Otras reflexiones

Peregrinar en tiempo jubilar: Camino de fe y gratitud

Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14,6), por lo que los cristianos siempre estamos llamados a acompañar a Jesús en el camino, en su peregrinación hacia el Reino. En este tiempo jubilar, caminar al santuario con otros peregrinos y con nuestros seres queridos cobra un significado especial.

Habemus Papam: León XIV

Se corrieron las cortinas de la Logia de la Bendición y el cardenal Dominique Mamberti pronunció aquellas dos palabras que anhelábamos escuchar: Habemus Papam. León XIV, el nombre que eligió Robert Francis Prevost Martínez, quien fue el prefecto del Dicasterio para los obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, tiene mucho que decirnos.

Los talentos y la música

"Porque es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, dándole a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad. Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo, el de los dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo" (Mt. 25 14, 30).

Cuando el Papa Francisco habló para la UC

El ritmo acelerado y la implantación casi vertiginosa de algunos procesos y cambios que se imponen en nuestras sociedades nos invitan de manera serena, pero sin demora, a una reflexión que no sea ingenua, utópica y menos aún voluntarista. Lo cual no significa frenar el desarrollo del conocimiento, sino hacer de la Universidad un espacio privilegiado «para practicar la gramática del diálogo que forma encuentro».

Dichosos los invitados a comer de la Cena del Señor

Pbro. Cristián Eichin Molina OFM

Año VI, N° 139

viernes 9 de agosto, 2024

“La presencia sacramental del Cristo en la Eucaristía es un acto de donación para nosotros. Su cuerpo y su sangre es la presencia de Cristo que se hace comida de salvación. Comulgar, por tanto, es aceptar la invitación a acoger el regalo más grande que podría hacer: ser nuestro alimento”.

Cristo está realmente presente en el sacrificio de la Misa sobre todo bajo las especies eucarísticas, expresión que nos regaló el Concilio Vaticano II en la Sacrosanctum Concilium 7. Así, la presencia sacramental del Cristo en la Eucaristía es un acto de donación para nosotros. Su cuerpo y su sangre es la presencia de Cristo que se hace comida de salvación. Comulgar, por tanto, es aceptar la invitación a acoger el regalo más grande que podría hacer: ser nuestro alimento.

Por lo que afecta al evangelio de hoy, escuchamos parte del discurso del Pan de Vida en el capítulo 6. El de este domingo nos invita a no solo ver el Pan vivo bajado del cielo, sino también a comerlo. Ese pan es Cristo, que diariamente viene a nosotros en humilde presencia al altar en manos del sacerdote (cfr. San Francisco de Asís).

El milagro de Santa Clara muestra cómo la televisión puede transmitir la fe y llevar la liturgia a quienes no pueden asistir en persona, reflejando su propia experiencia de recibir la Eucaristía de manera extraordinaria.

Un testimonio que nos puede ayudar a profundizar en el misterio de la Eucaristía de este domingo es una visión mística experimentada por una de las grandes mujeres de la Edad Media, contemporánea de San Francisco de Asís: Santa Clara de Asís. No es casualidad que este domingo coincida con su fiesta. Se cuenta de una visión mística que tuvo esta santa en la noche de Navidad del año 1252. Según la Legenda Sanctae Clarae, ella se encontraba enferma y sola en el monasterio de San Damián, mientras las hermanas estaban en misa. Ella recibió el don de escucharla siendo celebrada en la basílica de San Francisco, a unos dos kilómetros de distancia, como si estuviera frente a una pantalla. Este hecho, registrado en el proceso de su canonización, llevó a que en 1958 el Papa Pío XII la proclamara patrona de la televisión y de las tecnologías de comunicación, asociando su experiencia mística con la moderna tecnología de transmisión televisiva. Clara vio y escuchó el oficio eucarístico como una posibilidad de participar a distancia de la misa. De hecho, en ese tiempo la comunión eucarística no era frecuente recibirla; se valoraba solo ver la hostia. Este hecho nos impulsa a ir más allá: además de ver y escuchar, debemos comer el pan eucarístico. «El que come de este pan, vivirá para siempre». El milagro de Santa Clara muestra cómo la televisión puede transmitir la fe y llevar la liturgia a quienes no pueden asistir en persona, reflejando su propia experiencia de recibir la Eucaristía de manera extraordinaria.

La Eucaristía no es solo un ritual, sino una verdadera comida espiritual-corporal que nos une como comunidad y nos alimenta con la presencia viva de Cristo.

Podemos reflexionar lo siguiente a partir de lo anterior: celebrar la Eucaristía implica una dimensión esencial de comida. Comemos la Palabra de Dios y el pan ofrecido, eucaristizado, consagrado y dado. El sentido pleno de la Eucaristía es que todos comamos, aunque no siempre hemos podido hacerlo. Por otro lado, la tecnología digital ha sido una herramienta valiosa para mantener la fe en Jesucristo. Sin embargo, la comunidad cristiana debe valorar el acto de comer el pan eucarístico.

Valoremos, entonces, la asamblea eucarística presencial, donde comemos junto al Señor Resucitado. En este espíritu, propongo las siguientes preguntas: ¿Cómo podemos integrar mejor el acto de «comer» la Eucaristía en nuestra vida diaria y no solo limitarlo a la misa dominical? ¿Qué pasos podemos dar para asegurar que todos los miembros de nuestra comunidad parroquial tengan acceso a la Eucaristía? ¿Cómo podemos acompañar a aquellos que, por enfermedad o circunstancias especiales, no pueden asistir físicamente a la misa, para que también puedan vivir plenamente el misterio eucarístico?

Al reflexionar sobre estos puntos, recordemos que la Eucaristía no es solo un ritual, sino una verdadera comida espiritual-corporal que nos une como comunidad y nos alimenta con la presencia viva de Cristo. Sigamos esforzándonos por vivir y compartir este misterio central de nuestra fe, reconociendo la importancia de participar plenamente en la Eucaristía.

“En Jesús, en su “carne” –es decir, en su concreta humanidad–, está presente todo el amor de Dios, que es el Espíritu Santo. Quien se deja atraer por este amor va hacia Jesús, y va con fe, y recibe de Él la vida, la vida eterna”.

Papa Francisco. Ángelus, 9 de agosto de 2015.

Pbro. Cristián Eichin Molina OFM
Profesor y Vice Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

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