Otras reflexiones

El misterio de la eternidad: un futuro que nos da esperanza

“¿Cuándo y cómo esperamos que todo el mundo desaparezca? ¿Ocurrirá alguna vez? La paradoja es que por más que nos esforzamos, nos es difícil imaginar que toda la humanidad que ha llegado hasta aquí luego de un largo camino pueda desaparecer en algún momento”.

La amistad cívica, un pilar esencial para fortalecer la democracia

“Desde nuestra identidad católica, el fortalecer la democracia a través de la amistad cívica involucra vivir los valores el Evangelio en la vida pública, comprometerse en ser testimonio, a través de la caridad, la justicia y el amor al prójimo”.

La adopción: engendrar en el amor

“Las palabras «padre», «madre», «hijo» o «hija», siendo las más elementales y simples en cualquier idioma son, al mismo tiempo, de las más reales y significativas de nuestra existencia. Es que la filiación es uno de los dones más grandes de nuestra vida y la mayor fuerza movilizadora en el ser humano, y ello se aplica tanto a la biológica como a la adoptiva”.

Solidaridad, ser en el otro

“A la luz de la figura de san Alberto Hurtado, podríamos preguntarnos ¿cómo interactuamos unos con otros? ¿Cómo nos relacionamos? ¿Quién soy yo para los otros? ¿Quiénes son los otros para mí? Al responder estas preguntas podremos descubrir la visión que tenemos del ser humano y lo que es vivir en sociedad”.

“Bendito es el fruto de tu vientre”, Lc 1,39-45.

Dra. M. Rosario Fernández Q

Año VI, N° 119

viernes 22 de marzo, 2024

“Cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando en voz alta, dijo: —Bendita tú entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre”, Lc 1,39-45.

Este pasaje de la Biblia nos recuerda que la vida comienza desde la concepción, y que cada ser vivo es un individuo en sí mismo. Toda madre está llamada a ser la protectora de esa vida en camino, que tiene el potencial de desarrollarse como un ser humano autónomo. Cada ser vivo merece respeto, y esto no es antojadizo; se basa en principios básicos que ordenan el actuar de la humanidad.

El concepto de dignidad humana tiene sus orígenes en la doctrina judeocristiana, donde el ser humano encuentra su lugar en el mundo, al haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Es un ser capaz de conocerse y tener consciencia de sí mismo y que, a diferencia de los otros seres vivos, tiene particularidades únicas: razón, inteligencia, sentimientos y voluntad de decidir. Esa misma voluntad nos lleva a reflexionar sobre el acto de abortar, de interrumpir un embarazo.

La libertad, guiada por el amor, es la única que nos hace verdaderamente libres a nosotros y a los demás, porque sabe escuchar sin imponer, querer sin forzar, edificar sin destruir.

Para muchos, esta decisión es una muestra de la libertad que tiene toda persona. Sin embargo, cabe reparar en la desventaja; en que, al abortar, actúa un individuo que es libre, pero sobre otro, que depende de la voluntad ajena. Entonces, no es libertad el decidir qué hacer con mi cuerpo simplemente porque es mío. Esa libertad entendida así es egoísta, dice el papa Francisco, porque vuelve sobre sí misma y no es fecunda. La libertad, guiada por el amor, es la única que nos hace verdaderamente libres a nosotros y a los demás, porque sabe escuchar sin imponer, querer sin forzar, edificar sin destruir, “no explota a los demás para su propia conveniencia y les hace el bien sin buscar su propio beneficio”.

La verdadera libertad implica reconocer y respetar la dignidad de cada uno. Esto significa, como afirma el sumo pontífice, que “Dios nos ha creado no como objetos, sino como personas amadas y capaces de amar”. Por tanto, somos seres únicos e irremplazables, creados por Dios para cumplir una misión.

El aborto sigue siendo un acto que ocurre, pero que, tras ello, hubo una madre que tomó una decisión, que trajo consigo consecuencias. Suele instaurarse en ella un gran dolor, angustia y quizá también arrepentimiento.

Si no existe un respeto a la dignidad trascendente de la persona humana, no se puede hablar de una sociedad justa, ya que el fin de una sociedad se encuentra ordenado al respeto de la dignidad humana. El papa recuerda las palabras de san Pablo ante la concepción equivocada que tienen algunos sobre la libertad: “‘Todo es lícito’, mas no todo es conveniente. ‘Todo es lícito’, pero no todo es edificante”. Y san Pablo añade la regla para desenmascarar cualquier libertad egoísta, cuya exigencia básica es el amor: “Que nadie procure su propio interés, sino el de los demás” (1 Cor 10,23-24). Bajo este fundamento, es claro que la vida del niño debe ser respetada y protegida desde su concepción.

Sabemos que más allá de todas estas consideraciones, el aborto sigue siendo un acto que ocurre, pero que, tras ello, hubo una madre que tomó una decisión, que trajo consigo consecuencias. Suele instaurarse en ella un gran dolor, angustia y quizá también arrepentimiento. El papa Francisco comenta: “Hay que estar en el confesionario y tú allí debes dar consuelo, no castigar nada”. El mensaje que da a esas mujeres que sufren por haber decidido un aborto nos deja una enseñanza de profunda misericordia y gran compasión: “Y les aconsejo, muchas veces, cuando lloran y tienen esa angustia: ‘Tu hijo está en el cielo, háblale, cántale la nana que no le cantaste, que no pudiste cantarle’”.

Por todo, la invitación hoy es a centrar nuestro pensamiento en educar a la familia en el amor y en respetar la vida desde su inicio y en todo momento. Pero también a que abramos nuestros corazones para dar amor y acogida a quienes optaron por otro camino, y que en su interior viven un calvario que los acompañará para siempre. Y tú, ¿cómo sientes este mensaje? ¿Cómo acogerías a quien vive con el peso de su decisión?

«No hay libertad sin amor. La libertad egoísta del hacer lo que quiero no es libertad, porque vuelve sobre sí misma, no es fecunda. Es el amor de Cristo que nos ha liberado y también es el amor que nos libera de la peor esclavitud, la del nuestro yo; por eso la libertad crece con el amor».

Papa Francisco, Audiencia General, catequesis 12. “La libertad se realiza en la caridad”

Dra. M. Rosario Fernández Q
Directora de Postítulo y Educación Continua Escuela de Medicina, Universidad Finis Terrae.

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