Una amplia encuesta de Wellcome Trust —aplicada a cientos de miles de personas en más de 100 países, incluyendo a Chile— reveló que, durante la pandemia, la confianza ciudadana en la ciencia y las/os científicas/os había aumentado. Esta observación es reflejo de la esencia de la ciencia, es decir, su esfuerzo para comprender la naturaleza, incluido al ser humano, al servicio de las personas y la comunidad, contribuyendo a su bienestar. Este concepto ha sido elaborado y analizado transversalmente por la filosofía, en el que convergen variadas ideologías, así como líneas de pensamiento religiosas y laicas.
En búsqueda de respuestas a preguntas inspiradas por la curiosidad o una determinada misión, la ciencia convoca, tiende puentes, derriba barreras y cruza fronteras. Es una labor social que requiere conversar, vincularse, confiar y validarse entre pares, con una comunicación clara y transparente hacia toda la comunidad. Una ciencia que no se comunica existe solo en ámbitos muy limitados y con un impacto más bien invisible. Por el contrario, la excelencia científica es naturalmente compatible con el aporte al bienestar y su visibilidad social.
Una ciencia que no se comunica existe solo en ámbitos muy limitados y con un impacto más bien invisible. Por el contrario, la excelencia científica es naturalmente compatible con el aporte al bienestar y su visibilidad social.
Una mejor comprensión de la naturaleza y el desarrollo de nuevas tecnologías son impactos concretos y relevantes de la ciencia a la humanidad, pasando por el fundamental aporte a la formación de jóvenes y su inherente labor educativa. La ciencia nos entrega certezas, certidumbres y confianzas, resuelve inquietudes y despeja las dudas. Nos propone caminos y rutas con senderos claros e iluminados para el transitar de la humanidad.
Esta realidad se ha hecho patente durante la dura pandemia que nos ha tocado vivir, en que contrasta la invisibilidad de ese ser microscópico que es el coronavirus con la inmensidad del daño que ha causado a la humanidad, golpeándola no solo a nivel de la salud, sino también en la educación, la convivencia social, la recreación, el deporte, la economía, etc. Desde temprano, gracias a un trabajo solidario y colaborativo a nivel mundial, la ciencia logró caracterizar al agente causante de la enfermedad —un virus denominado SARS-CoV-2— y dio a conocer el material genético de este microbio. Esta información permitió diseñar estrategias para el diagnóstico y la formulación de los primeros fármacos y antivirales.
Este efecto conocido como “inmunidad de rebaño” o “efecto capullo” nos hace reflexionar sobre la relevancia de la solidaridad en la salud pública, donde decisiones individuales tienen un enorme impacto comunitario.
El análisis de los datos y seguimiento de casos ha contribuido a las medidas sanitarias necesarias para enfrentar la pandemia. Pero sin duda, la gran hazaña de la ciencia que ha conducido a mejorar las cifras de la pandemia ha sido el desarrollo de vacunas seguras y efectivas.
El proceso de vacunación, siendo una herramienta científica con mecanismos de funcionamiento altamente caracterizados, posee una naturaleza intrínsecamente solidaria y que convoca valores cristianos como el amor al prójimo: con el sencillo acto de vacunarse, una persona no solo se protege a sí mismo, sino que protege a su prójimo. Una población que en conjunto acepta la vacunación reduce la probabilidad de contagio, especialmente para aquellos no vacunados y por ende más vulnerables, que son parte de la comunidad. Este efecto conocido como “inmunidad de rebaño” o “efecto capullo” nos hace reflexionar sobre la relevancia de la solidaridad en la salud pública, donde decisiones individuales tienen un enorme impacto comunitario. Del mismo modo, a nivel global, la solidaridad con naciones que actualmente cuentan con acceso limitado a vacunas permitirá superar esta pandemia.
¿Es posible que grandes avances científicos cumplan su objetivo sin solidaridad y sentido de comunidad? ¿De qué sirve que aquellos importantes logros no vayan en beneficio de toda la humanidad? Creemos que la ciencia chilena debe estar al servicio de la comunidad, entregando evidencia científica y clínica respecto a la seguridad y funcionalidad de las vacunas para que logre llegar a todos quienes las necesitan.