Otras reflexiones

Recordando el gran y santo concilio de Nicea

“Lo que los proclamaron los Apóstoles y lo que definieron los Santos Padres marcaron la fe de la Iglesia de un sello de unidad. (Liturgia bizantina)”.

Dialogar para encontrarnos

“Para dialogar necesitamos sentarnos con la otra persona, encontrar tiempo en común, poner atención a lo que nos dice, en un encuentro auténticamente humano y, por lo tanto, auténticamente cristiano”.

Dios te salve María, llena eres de gracia

María me acompañaba en silencio, porque sí, porque las madres quieren a sus hijos. Y es que lo más hermoso del amor es su gratuidad. “Todo es gracia”, le dijo el Padre Hurtado a mi padre. “Todo es gracia”, murmuró Santa Teresita de Lisieux en su lecho de muerte. “Todo es gracia”, escribió Georges Bernanos en su Diario de un cura rural. “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios”, señala San Pablo (Efesios 2,8).

Las voces del desierto

A través de un viaje literario, esta columna explora la experiencia de la Residencia Artística —de académicos y estudiantes UC— en la Fiesta de la Virgen Guadalupe de Ayquina (Región de Antofagasta), la cual dio luz a una muestra artística que se inaugurará en el Campus Oriente el 13 de noviembre a las 19:00 hrs.

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El primer domingo de Adviento. Cuando la ciencia y la fe se encuentran

Hannetz Roschzttardtz C.

Año VII, N° 207

viernes 28 de noviembre, 2025

“Hay algo que la ciencia no puede responder y eso está en dominio de la fe. Y ahí es donde el Adviento entra en mi corazón. Este primer domingo no es simplemente una fecha que aparece en el calendario litúrgico; es una puerta abierta para creer, para la fe".

Comienza el tiempo de Adviento. Una temporada que conduce a la Navidad. Para muchos, este es momento de espera y preparación. Para mí se ha convertido en un viaje interno, en un descubrir. Bien lo dijo San Pablo en la segunda lectura que escucharemos este domingo: “Ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz” (Rom 13,11).

El Adviento es una invitación a preparar el alma con el mismo rigor con que se prepara un experimento. Porque la fe, al igual que el mirar el fenómeno de la vida, necesita tiempo y atención.

A través del trabajo científico, he podido entender, evidentemente, que el fenómeno de la vida no puede reducirse a fórmulas y números, y que hay una perfección indefinible en cada estructura de lo vivo. Pensemos en la manera en cómo se coordinan moléculas para convertirse en algo tan frágil y, a la vez, tan maravillosamente complejo como es un ser vivo.

Pero hay algo que la ciencia no puede responder y eso está en dominio de la fe. Y ahí es donde el Adviento entra en mi corazón. Este primer domingo no es simplemente una fecha que aparece en el calendario litúrgico; es una puerta abierta para creer, para la fe. Porque hay un propósito detrás de la complejidad del universo.

La liturgia de este domingo habla de vigilia. Eso también es profundamente científico. Todo descubrimiento surge de prestar atención, de la capacidad de mirar en una dirección y luego en otra. De manera similar, la fe nos llama a ver el mundo con ojos nuevos, a aceptar lo que es invisible, aquello que no puede ser contado ni pesado.

Ahora, el Adviento es una invitación a preparar el alma con el mismo rigor con que se prepara un experimento. Porque la fe, al igual que el mirar el fenómeno de la vida, necesita tiempo y atención, pues la fe no se fuerza, se desarrolla en secreto como una semilla en la tierra.

Nunca olvidemos que cada partícula del Universo está llena del amor de Dios, recordemos siempre que la ciencia y la fe provienen, en última instancia, del mismo lugar, del asombro por lo que nos sobrepasa.

Dios ha elegido hacerse pequeño y vulnerable como un humano, como un niño recién nacido. Esto es de un grado de belleza difícil de describir, pues nos llama a meditar sobre su propia creación.

En este primer domingo de Adviento, estoy lleno de preguntas y alegría. La fe comienza a aparecer en mí sin afectar mi mirada científica, pues siento más bien que la fortalece. Ahora puedo mirar una célula o un organismo vivo y sentir que en cada uno hay algo divino. Nunca olvidemos que cada partícula del Universo está llena del amor de Dios, recordemos siempre que la ciencia y la fe provienen, en última instancia, del mismo lugar, del asombro por lo que nos sobrepasa. Y en ese asombro, ya sea ante una mirada microscópica o frente al pesebre, descubrimos una verdad común, que la vida es un regalo y que cada mirada de lo vivo, ya sea de una proteína o del rostro de Jesús, es una invitación a seguir una conversación sobre el misterio que sostiene todas las cosas.

¿Cómo este tiempo de Adviento te toca a ti y a tu vocación particular? ¿De qué manera preparas tu corazón para el nacimiento del Niño Jesús? ¿Cómo se convierte este tiempo en una oportunidad para que crezcas en la esperanza?

“El Señor es nuestra luz y es bueno preparar el corazón para acogerlo con la oración y para hospedarlo con la caridad, los dos preparativos que, por así decirlo, lo hacen sentirse cómodo. A este respecto, se cuenta que san Martín de Tours, hombre de oración, después de dar la mitad de su manto a un pobre, soñó con Jesús vestido precisamente con esa parte del manto que había dado. He aquí un hermoso programa para el Adviento: encontrar a Jesús que viene en cada hermano y hermana que nos necesita, y compartir con ellos lo que podamos: escucha, tiempo, ayuda concreta”.

Papa Francisco. Ángelus, 3 de diciembre de 2023.

Hannetz Roschzttardtz C.
Profesor asociado de la Facultad de Ciencias Biológicas UC.

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