Noticia para la fe: “EI nacimiento de Jesús fue de esta manera”, escribe san Mateo. Y sabe que está dándonos una Buena Noticia, que no escribe para la ciencia ni para la curiosidad; escribe para la fe.
Quien lea la biografía de Jesús desde sus “derechos humanos” hallará un itinerario despiadado y cruel.
El ángel en sueño dice a san José: “no temas aceptar a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú Ie pondrás por nombre Jesús porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Quien lea la biografía de Jesús desde sus “derechos humanos” hallará un itinerario despiadado y cruel: las circunstancias de Belén no eran de colorines ni músicas, ni de abrazos y regalos y buenas palabras, y siguió su exilio a Egipto, y el trabajo de cada día, y el desinterés o rechazo cuando su doctrina desenmascaraba, y la cruz, ¡la cruz que es la presencia brutal del pecado de toda la humanidad en toda la historia! Y donde parece vencer el mal, ahí precisamente es derrotado: “Padre, perdónalos …”. Aquí donde los humanos ponen su pecado más grande pongo Yo, el amor más grande. La Buena Noticia, el Evangelio de Jesús, no es un episodio suelto, o una serie de episodios que se van sucediendo y enlazando; es un todo. Vayan y anúncienlo: alégrense porque el Padre los ama, y vivan el amor como hermanos con sus palabras y con sus comportamientos. Por eso la Navidad es tan hermosa…
Quedamos sorprendidos cuando frente al egoísmo y la insolidaridad de los egoístas humanos, los ángeles nos cantan “alegraos, os ha nacido el Salvador; paz a vosotros porque Dios os ama”. Nada de ir a buscar revanchas o pasar facturas a Belén o a Jerusalén: leed el pasado en la clave del amor para poder vivir también el presente y esperar el futuro desde el amor. Y así saboreareis la existencia porque vuestra vida es un regalo igual que la de Jesús. ¿Y si su esposa/o fuera un regalo? ¿y sus hijos o hermanos fueran un regalo? ¿y si el regalo fueran los vecinos, y…? ¡Cuánto para disfrutar!
Renacer de nuevo: la Navidad es también tragedia: “vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron”, a pesar de que Ilevaban siglos clamando y pidiendo “Ven, Salvador”. Ya tenían lo bastante; y además estaban los afuerinos llegados por el censo. Siempre hay razones para el egoísmo, para cerrar el corazón; parece más seguro y no hay que arriesgarse; es más cómodo y no hay que complicarse. Pobres habitantes de Belén, que tuvieron tan cerca a las personas más maravillosas y estuvieron invitados a protagonizar el hecho más asombroso: Dios, el Verbo mismo se hizo carne y habita entre nosotros. Vivimos en Él: nuestra humanidad ha quedado salvada, santificada. Escribo esto: “mi humanidad ha sido salvada, santificada”, y tendré que sacar consecuencias de esta afirmación.
Pongamos a Jesús en el centro; nuestra vida, nuestra historia, nuestra iglesia se llenará de alegría y esperanza como las sintió la Virgen María.
Ahí enraíza mi dignidad; y ahí radica mi esperanza porque también los que hoy son insolidarios, violentos, abusadores, homicidas, corruptos, etc., tienen un Salvador. Jesús sigue salvando hoy, hoy sigue siendo Navidad. “Jesucristo vive en mí”, exclamaba san Pablo; y qué hermoso sería si usted y yo podemos afirmar lo mismo. Porque si de nuestro corazón hacemos un Belén, si renacemos de nuevo a lo bello, lo justo, lo bueno, no solo nosotros, sino que muchos otros que van por la vida buscando luz, compañía, comprensión, sentido a su lucha, etc., tendremos Navidad. Así como se multiplican los escenarios y se engalana nuestra ciudad de Santiago, así desde cada rincón, desde cada hogar, sumemos “Navidad”. Regalemos alimentos y fiesta, compartamos tiempo y amistad, pero ¡hagamos Navidad!, es decir, pongamos a Jesús en el centro; nuestra vida, nuestra historia, nuestra iglesia se llenará de alegría y esperanza como las sintió la Virgen María. Ella nos conduzca; sin María no hay Navidad.