Pocos mensajes en la historia de la humanidad han producido el nivel de disrupción que produjo, y sigue produciendo, el mensaje de nuestro Señor Jesucristo. Más allá incluso de nuestra fe, es un mensaje que convoca, que moviliza, pero que a la vez desafía e incomoda constantemente nuestra limitada naturaleza humana. Lo más relevante es que es un mensaje de amor y de paz, no de guerra, violencia u odio que tantas veces ha reunido a millones de personas tras causas que llevan finalmente a la desolación, la desesperanza, la alienación y al más contundente de los fracasos. El mensaje de Jesús es una llama que arde en cada uno, que invita a la transformación y la acción individual constante, pero que no se vale de otra estrategia, sino de la del amor. Parece que a veces, como sociedad, se nos olvidara que “el amor es más fuerte”, y es a Él al que en ofrenda presentamos todas nuestras acciones, resultados, éxitos, pero también nuestras dificultades y fracasos.
Es la misma vida de Jesús el mejor ejemplo de entrega y abandono de sí mismo, porque es disruptivo y contrario a nuestra naturaleza humana.
¿Qué es lo innovador de este mensaje? No hay una única respuesta, y cada uno podrá ser interpelado de forma distinta por ella. Tal vez es esa capacidad de salir de uno mismo, de entregarse y darse al otro, no solo en lo material, sino también en nuestra integralidad. Y es la misma vida de Jesús el mejor ejemplo de esta entrega y abandono de sí mismo, porque siendo este un mensaje sencillo, es completamente disruptivo y contrario a nuestra naturaleza humana intrínsecamente posesiva. Basta ver el nivel de subjetividad y egocentrismo que hoy nos nubla, hasta el punto de considerar que nuestros pensamientos, emociones y sentimientos muchas veces se transforman en verdades absolutas, incluso en falsos dogmas que buscan arrastrar a los demás a causas sin sentido. Necesitamos siempre poner a nuestro prójimo –ya sea en la calle, en el trabajo o en la familia– en primer lugar, y educar y modelar nuestros pensamientos, emociones y acciones únicamente bajo la métrica del amor.
Casi todo en el mensaje de Jesucristo es nuevo y nos conduce a una promesa de infinito valor, una nueva vida junto a un Padre amoroso por sobre todas las cosas. Pero por esto mismo, la consecuencia con este mensaje es un trabajo muy difícil. Es un camino largo, en que, sin mucha claridad ni planificación, vamos todos empujando, esperando un poco de ayuda para dar mayor sentido a nuestra vida a través de desplazar ripios, grandes peñascos, o incluso montañas de nuestro ser, y que nos impiden alcanzar este estado soñado para el innovador que es el de mayor valor, en nuestro caso, mayor felicidad. Felicidad que curiosamente no se edifica sobre el hedonismo, ya que, como dice la juventud actual, ese comportamiento se normalizaría, se haría costumbre y dejaría rápidamente de entregar felicidad, atrapándonos rápidamente hacia una esclavitud de los sentidos. Es sobre el sentido de trascendencia de nuestro esfuerzo, manifestado en el amor que hayamos sido libremente capaces de entregar, que construiremos esa mayor y verdadera felicidad.
Casi todo en el mensaje de Jesucristo es nuevo y nos conduce a una promesa de infinito valor, una nueva vida junto a un Padre amoroso.
Nuestra fe es profundamente innovadora y disruptiva, busca sin restricciones nuestra felicidad y por ello no se dejará manipular por las complejas intenciones y sentimientos del hombre, ni por los errores de quienes la profesemos. Se seguirá revelando hasta el fin de los tiempos, con mayor fuerza cuanto más nos desviemos de su esencia que es el verdadero amor a Dios y entre nosotros. Nadie, ni ninguna ideología, ni ahora ni nunca, podrá arrogarse el derecho a capturar esta fe que es de todos quienes creemos profundamente en la paz y el amor como única forma de convivir y crecer como personas.
¿Qué es para ti lo más innovador que contiene el mensaje de Jesucristo? ¿Crees que, a pesar de los más de dos mil años que han transcurrido, su mensaje sigue siéndolo? En la convulsionada contingencia nacional de hoy, ¿cuál habría sido la respuesta innovadora de nuestro Señor?