El Jubileo o “Año Santo” se remonta a la tradición judía descrita en el Antiguo Testamento en que cada cincuenta años se debía santificar el año a través del descanso de la tierra, la liberación de los esclavos, los deberes y de las obligaciones (Levítico 25,10). El Papa Bonifacio VIII en el año 1300 retomó esta tradición y convocó por primera vez en la historia de la Iglesia un “Año Santo” para la cristiandad, estableciendo las celebraciones jubilares cada cien años. En la primera mitad del siglo XV, el Papa Clemente VI redujo las celebraciones a cincuenta años y posteriormente en 1470 el Papa Pablo II lo estableció cada veinticinco años para que cada generación cristiana pudiera participar de los jubileos.
Cuánta esperanza se necesita en el mundo actual para darle sentido a la vida y saber que no se está solo, sino que es el mismo Dios quien camina a nuestro lado y en Él fundamos nuestra esperanza y nuestra paz.
Para este año 2025 el tema que ha elegido el Papa Francisco es la esperanza, una esperanza que no defrauda, tal como dice San Pablo a los Romanos, porque el fundamento de la esperanza es el amor. Ese amor que nace y se funda en el amor que brota del corazón de Jesús traspasado en la cruz, un amor incondicional que proviene de la entrega amorosa de Dios Padre, quien nos envió a su único Hijo Jesucristo para que “todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).
Al hablar de la esperanza resuena en el corazón y en la memoria la encíclica Spe Salvi, de Benedicto XVI, sobre la esperanza cristiana. En ella, el Papa Benedicto afirma que “la verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando ‘hasta el extremo’”. Es ahí donde radica el fundamento último de la esperanza, el amor incondicional de Dios hacia cada uno. Por esto el mismo texto afirma con fuerza “llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza”.
Es así como se comprende que todo año jubilar, en primer lugar, buscar acercar a cada persona a Dios mismo, a través de la conversión, peregrinaciones, liturgias, obras de misericordia, etc. Busca el encuentro con el Padre Dios, para que sea Su Santidad la que transforme.
Para este año 2025 el tema que ha elegido el Papa Francisco es la esperanza, una esperanza que no defrauda, tal como dice San Pablo a los Romanos, porque el fundamento de la esperanza es el amor.
Un lugar destacado dentro de esta pedagogía jubilar es la misericordia y el perdón. Un año Jubilar, independiente de su tema central, como lo es la esperanza este año, busca profundizar estos aspectos sobre cada uno.
A través de la confesión, o también llamado sacramento de la reconciliación, se perdona la culpa del pecado, y es justamente mediante la indulgencia, plenaria o parcial, que se busca ser liberado de la pena temporal provocada por el mismo pecado. Así se entiende que el Papa Francisco se refiera a la indulgencia como “una gracia jubilar”.
Parece profético, tanto a nivel mundial como también para nuestro país, que el Papa invite a vivir esta virtud teologal (la esperanza), que junto con la fe y la caridad forman el trío fundante que nos ayuda a animar y vivir la vida en Dios y para Dios, aún frente a tantas dificultades. Esa esperanza que quiere iluminar la guerra, la violencia, el desempleo, la incertidumbre y tantas penas y dolores que cada uno vive en su día a día. Cuánta esperanza se necesita cuando hay que afrontar las propias limitaciones, cuánta esperanza se necesita para superar el odio y la envidia, cuánta esperanza se necesita en el mundo actual para darle sentido a la vida y saber que no se está solo, sino que es el mismo Dios quien camina a nuestro lado y en Él fundamos nuestra esperanza y nuestra paz.
El Papa Francisco reflexiona sobre diferentes signos de esperanza, lugares o personas en los cuales se puede vivir, llevar o encontrar la esperanza. Algunos de ellos pueden iluminar el camino durante este año jubilar. El primero es la paz en el mundo. También invita a ser signos tangibles de esperanza para las personas privadas de libertad, como también hacia los enfermos, jóvenes, migrantes, personas mayores y los pobres, entre otros.
¿De qué manera recibo esta invitación del Papa Francisco a vivir la virtud de la esperanza en mi vida personal durante este año 2025? ¿Cuáles aspectos de mi vida personal necesitan ser iluminados por esta virtud? ¿De qué manera puedo ser signo de esperanza para los enfermos, jóvenes, personas mayores o migrantes? ¿En qué medida el jubileo nos afecta como personas, como familia?