Otras reflexiones

El primer domingo de Adviento. Cuando la ciencia y la fe se encuentran

“Hay algo que la ciencia no puede responder y eso está en dominio de la fe. Y ahí es donde el Adviento entra en mi corazón. Este primer domingo no es simplemente una fecha que aparece en el calendario litúrgico; es una puerta abierta para creer, para la fe".

Recordando el gran y santo concilio de Nicea

“Lo que los proclamaron los Apóstoles y lo que definieron los Santos Padres marcaron la fe de la Iglesia de un sello de unidad. (Liturgia bizantina)”.

Dialogar para encontrarnos

“Para dialogar necesitamos sentarnos con la otra persona, encontrar tiempo en común, poner atención a lo que nos dice, en un encuentro auténticamente humano y, por lo tanto, auténticamente cristiano”.

Dios te salve María, llena eres de gracia

María me acompañaba en silencio, porque sí, porque las madres quieren a sus hijos. Y es que lo más hermoso del amor es su gratuidad. “Todo es gracia”, le dijo el Padre Hurtado a mi padre. “Todo es gracia”, murmuró Santa Teresita de Lisieux en su lecho de muerte. “Todo es gracia”, escribió Georges Bernanos en su Diario de un cura rural. “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios”, señala San Pablo (Efesios 2,8).

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La riqueza de las Sagradas Escrituras

José Enrique Aguilar C.

Año VII, N° 198

viernes 26 de septiembre, 2025

“En medio de este torbellino de voces, palabras e imágenes, hay un texto que, desde hace más de dos mil años, ha proporcionado un mensaje fiable e imperecedero. Se trata de los libros de la Biblia... Los pueblos judío y cristiano han creído que en estos se comunica la palabra de Dios, la cual orienta y alimenta nuestras vidas".

Hoy la abundancia de comunicación llega a aturdirnos y nos deja desconcertados. Mientras alguien dice que lo mejor es ir en una dirección, otro más opina lo contrario. A veces creemos en ciertos mensajes que nos prometen éxito y felicidad, pero terminamos defraudados. Incluso, en lugar de poder relacionarnos con otras personas, esa comunicación se puede volver árida o superflua, limitada a breves palabras, fotos y mensajes breves e instantáneos.

¿Cómo leer de manera adecuada la Biblia? ¿Por dónde empezar? Lo mejor es por el Nuevo Testamento: Contiene 27 libros escritos en el primer siglo de nuestra era.

En medio de este torbellino de voces, palabras e imágenes, hay un texto que, desde hace más de dos mil años, ha proporcionado un mensaje fiable e imperecedero. Se trata de los libros de la Biblia. Decimos “libros” porque la Biblia es una recopilación de 73 libros, escritos por muchos autores a lo largo de casi mil años. Los pueblos judío y cristiano han creído que en estos se comunica la palabra de Dios, la cual orienta y alimenta nuestras vidas.

¡Cuán preciosas son las Sagradas Escrituras! El profeta Jeremías lo atestigua: “Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón” (Jeremías 15,16). O bien, en el Salmo 119 leemos: “Jamás olvidaré tus palabras, por ellas tú me das vida” (Salmo 119,93). Así, la Iglesia siempre ha considerado la Biblia como la palabra de Dios, inspirada por su Espíritu. En ella encontramos una luz para corregir nuestros pasos en caso de desviarnos.

Así le sucedió a San Agustín, quien, al momento de su conversión, leyó en la Biblia: “La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revístanse, más bien, del Señor Jesucristo” (Romanos 13,12-14). Al leer este texto, Agustín decidió abandonar la vida disipada que llevaba y comenzar un nuevo camino.

Pero si bien en la Biblia tenemos la palabra de Dios, ésta nos ha sido transmitida en lenguaje humano y, por lo tanto, necesitamos interpretarla. Y, sobre todo, cuando traducimos una frase a otro idioma, no lo podemos hacer de manera literal, pues no se entendería bien.

Por ejemplo, en inglés se usa la expresión “están lloviendo perros y gatos” para decir que llueve demasiado. Pero, dicha de esa forma, esa frase no se entiende en español; hay que modificarla. Así, al traducir la Biblia, que fue escrita en hebreo, arameo y griego, al español, siempre habrá dificultades en la traducción.

Hay que tener en cuenta la regla del amor. Decía San Agustín que la Biblia te debe conducir, en última instancia, a vivir una vida de amor pleno.

¿Cómo leer de manera adecuada la Biblia? ¿Por dónde empezar? Lo mejor es por el Nuevo Testamento: Contiene 27 libros escritos en el primer siglo de nuestra era, es decir, poco después de la venida de Jesucristo. Allí encontramos muchos textos que son fáciles de entender. Por ejemplo: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo perdona. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta” (1 Corintios 13,4-7).

Puedes tomar un libro del Nuevo Testamento y subrayar o copiar aquellas frases que más hagan eco en tu corazón y en tu mente. Si encuentras un texto difícil de entender, sáltalo y sigue adelante. O bien, escoge otro libro del Nuevo Testamento. Si tienes la posibilidad de participar en un curso bíblico en tu parroquia, movimiento o instituto, mucho mejor. Ello te ayudará a comprender mejor la Biblia. Otro consejo: usa tu sentido común. Si encuentras algo que no te parece bien, es mejor concluir que no estás entendiendo del todo el texto. Y, de manera especial, hay que tener en cuenta la regla del amor. Decía San Agustín que la Biblia te debe conducir, en última instancia, a vivir una vida de amor pleno. Si el texto que lees no te lleva a eso, es señal de que se está entendiendo mal. Mientras más vivas amando a los demás, mejor comprenderás la Biblia. Y un último consejo: antes de comenzar a leer la Biblia, pide a Dios que te ayude a comprender Su Palabra para vivirla.

¡Nunca podremos agradecer lo suficiente a Dios por habernos dado su Palabra! ¡Es un gran regalo que en la celebración de la Misa podamos escuchar la palabra de Dios en comunidad! Te invito a que nunca te falte en tu cuarto o en tu casa una Biblia y que leas cada día al menos un párrafo. ¡Verás cómo la palabra de Dios ilumina tu vida!

¿Descubro que Dios me habla a través de las Sagradas Escrituras? ¿Qué pasaje de la Biblia me interpela más y por qué? ¿Cómo creo que puedo orar mejor con las Sagradas Escrituras?

“La Iglesia se funda sobre la Palabra de Dios, nace y vive de ella a lo largo de toda su historia, el Pueblo de Dios ha encontrado siempre en ella su fuerza, y la comunidad eclesial crece también hoy en la escucha, en la celebración y en el estudio de la Palabra de Dios”.

Benedicto XVI, Verbum Domini.

José Enrique Aguilar C.
Profesor de Teología Bíblica del Seminario San José, Nueva York, y profesor invitado de la UC.

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