Otras reflexiones

Peregrinar en tiempo jubilar: Camino de fe y gratitud

Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14,6), por lo que los cristianos siempre estamos llamados a acompañar a Jesús en el camino, en su peregrinación hacia el Reino. En este tiempo jubilar, caminar al santuario con otros peregrinos y con nuestros seres queridos cobra un significado especial.

Habemus Papam: León XIV

Se corrieron las cortinas de la Logia de la Bendición y el cardenal Dominique Mamberti pronunció aquellas dos palabras que anhelábamos escuchar: Habemus Papam. León XIV, el nombre que eligió Robert Francis Prevost Martínez, quien fue el prefecto del Dicasterio para los obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, tiene mucho que decirnos.

Los talentos y la música

"Porque es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, dándole a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad. Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo, el de los dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo" (Mt. 25 14, 30).

Cuando el Papa Francisco habló para la UC

El ritmo acelerado y la implantación casi vertiginosa de algunos procesos y cambios que se imponen en nuestras sociedades nos invitan de manera serena, pero sin demora, a una reflexión que no sea ingenua, utópica y menos aún voluntarista. Lo cual no significa frenar el desarrollo del conocimiento, sino hacer de la Universidad un espacio privilegiado «para practicar la gramática del diálogo que forma encuentro».

Pandemia, pobreza y trabajo

Francisco Gallego

Año II, Nº 28.

viernes 9 de octubre, 2020

"El hombre con sentido social no espera que se presenten ocasiones extraordinarias para actuar. Todas las situaciones son importantes para él, pues repercuten en sus hermanos… -San Alberto Hurtado"

El Papa Francisco nos invita a mirar la crisis de la pandemia que hemos sufrido desde comienzos de 2020 con una mirada integral aplicando la Doctrina Social de la Iglesia. Sobre todo, nos invita a construir un nuevo futuro. Esto tiene dos claves centrales que mencionaremos en estas líneas: (i) la opción preferencial por las personas más pobres y (ii) la centralidad del trabajo humano.
Esta pandemia está teniendo efectos sustantivos en la pobreza económica de nuestro país, principalmente a través de una caída de las oportunidades de empleo, la que se hace más crítica en los sectores más vulnerables: mujeres jefas de hogar, inmigrantes, personas de menor calificación, personas con empleos informales. Tanto o más importante que la pobreza material son las implicancias en otras dimensiones relacionadas: problemas serios de acceso a la salud, exclusión educativa, violencia y falta de equilibrio en la corresponsabilidad dentro del hogar, problemas de salud mental, problemas de acceso a programas sociales de apoyo, entre otras.

La opción por los más pobres y la centralidad del trabajo nos invita a re-pensar los tipos de trabajo digno.

Esta realidad nos invita a enfrentar grandes desafíos para el mundo del trabajo durante y después de la pandemia. Como decía San Alberto Hurtado “El hombre con sentido social no espera que se presenten ocasiones extraordinarias para actuar. Todas las situaciones son importantes para él, pues repercuten en sus hermanos…” Así esta tremenda crisis de empleo que estamos viendo nos invita a buscar herramientas y políticas que permitan asegurar oportunidades de trabajo digno. La opción por los más pobres y la centralidad del trabajo nos invita a re-pensar los tipos de trabajo digno y las oportunidades que reciben diferentes grupos de la población.

La invitación de la Doctrina Social de la Iglesia es buscar miradas que expandan la libertad y dignidad de las personas y aquí el trabajo juega un rol esencial, no solo desde el punto de vista práctico, sino que también moral. Tal como lo mencionan los Premios Nobel de economía, Abijiht Banerjee y Esther Duflo, “poner a estas familias en el camino hacia un trabajo productivo requiere más que dinero. Exige tratarlas como seres humanos con un respeto al que no estaban acostumbrados, reconociendo tanto su potencial como el daño causado por años de privaciones.” Y se citan ejemplos de programas que apuntan a este objetivo en diferentes lugares del mundo, uno de ellos es “Trabajar y aprender juntos”, surgido en Francia desde la Iglesia Católica. Estas iniciativas buscan justamente incluir a grupos excluidos al mundo del trabajo, pero hacerlo desde una mirada integral que combina apoyo económico con expansión de oportunidades e inclusión efectiva. Estos elementos los podríamos incorporar en lo que hagamos ahora, como políticas públicas: subsidios a la mantención y contratación de personas, posibilidades de fomentar el micro-emprendimiento, empleos públicos de emergencia y fortalecer la capacitación y el desarrollo de competencias nuevas.

Una mirada integral que combina apoyo económico con expansión de oportunidades e inclusión efectiva.

Para terminar, una invitación a pensar y actuar en base a estas líneas, desde la realidad concreta que nos toca vivir: ¿Cuido a los que con su trabajo colaboran en mi vida? ¿Le busco el sentido profundo a la labor que realizo? ¿Abogo por políticas públicas que reconozcan la dignidad del trabajo? ¿Organizo mi empresa o emprendimiento en base a los principios mencionados?
Avanzar en la línea de estas preguntas será como “vacunarnos” para combatir “las epidemias provocadas por pequeños virus invisibles” como ha señalado el Papa Francisco. Y como él mismo nos ha invitado, “…propongo que esto se haga a partir del amor de Dios, poniendo las periferias en el centro y a los últimos en primer lugar (…) Y a partir de este amor concreto, anclado en la esperanza y fundado en la fe, un mundo más sano será posible. De lo contrario, saldremos peor de esta crisis.”

«Con el ejemplo de Jesús, el médico del amor divino integral, es decir de la sanación física, social y espiritual (…) tenemos que actuar ahora, para sanar las epidemias provocadas por pequeños virus invisibles, y para sanar esas provocadas por las grandes y visibles injusticias sociales. Propongo que esto se haga a partir del amor de Dios, poniendo las periferias en el centro y a los últimos en primer lugar (…) Y a partir de este amor concreto, anclado en la esperanza y fundado en la fe, un mundo más sano será posible. De lo contrario, saldremos peor de esta crisis».

Papa Francisco, Audiencia General, 19 de agosto de 2020.

Francisco Gallego
Profesor del Instituto de Economía UC.

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