Otras reflexiones

Peregrinar en tiempo jubilar: Camino de fe y gratitud

Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14,6), por lo que los cristianos siempre estamos llamados a acompañar a Jesús en el camino, en su peregrinación hacia el Reino. En este tiempo jubilar, caminar al santuario con otros peregrinos y con nuestros seres queridos cobra un significado especial.

Habemus Papam: León XIV

Se corrieron las cortinas de la Logia de la Bendición y el cardenal Dominique Mamberti pronunció aquellas dos palabras que anhelábamos escuchar: Habemus Papam. León XIV, el nombre que eligió Robert Francis Prevost Martínez, quien fue el prefecto del Dicasterio para los obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, tiene mucho que decirnos.

Los talentos y la música

"Porque es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, dándole a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad. Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo, el de los dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo" (Mt. 25 14, 30).

Cuando el Papa Francisco habló para la UC

El ritmo acelerado y la implantación casi vertiginosa de algunos procesos y cambios que se imponen en nuestras sociedades nos invitan de manera serena, pero sin demora, a una reflexión que no sea ingenua, utópica y menos aún voluntarista. Lo cual no significa frenar el desarrollo del conocimiento, sino hacer de la Universidad un espacio privilegiado «para practicar la gramática del diálogo que forma encuentro».

Renacer en el amor

Carolina de Lapeyra

Año III, Nº 59.

jueves 16 de diciembre, 2021

"Cuando dos personas deciden casarse, no dudan en ningún instante cuánto se aman. Pero si las circunstancias llevan a enfrentarse a la fragilidad del otro surge un amor distinto"

Hoy quiero compartirles mi experiencia, una llena de milagros y no de tragedias, llena de amor y no de desamor, y sobre todo de esperanza, porque la desesperanza no existe si tenemos fe. Me casé hace casi 20 años y sentí profundamente que el sacramento que nos unió era para siempre y que, por supuesto, sería en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad. Lo que jamás pensé en ese entonces es que esto último sería literal.

Un domingo después de mucho llamar a mi marido a su celular, cuando ya debía de haber terminado una más de tantas maratones que solía correr, me contestó una voz desconocida quien se identificó como médico y diciendo que mi marido había colapsado al pasar la meta, que estaba crítico, que me apurara. En ese momento sentí que el suelo donde me paraba se hundía, sentí ganas de gritar, pero fue más fuerte la fe de que todo estaría bien. Recé y así comenzaron los milagros.

Ver en sus ojos el reflejo del amor y la confianza, surge un amor distinto, un amor que viene de la fe y la esperanza.

El primer milagro fue que él sobreviviera después de dos paros reanimados, el segundo, que superara la cirugía cardiaca que corrigió la malformación congénita que causó los paros y el tercero, el camino que comenzamos a recorrer en su rehabilitación. Una rehabilitación que ha sido volver a nacer, partir de cero, para ir recuperando paulatinamente las funciones básicas.

Cuando dos personas deciden casarse, no dudan en ningún instante cuánto se aman. Pero si las circunstancias llevan a enfrentarse a la fragilidad del otro, a acompañarlo en cada paso de su rehabilitación, a ayudarlo a reconstruir su historia y, por sobre todo, ver en sus ojos el reflejo del amor y la confianza, surge un amor distinto, un amor que viene de la fe y la esperanza. El papa Francisco, con gran sabiduría y elocuencia, en la plaza de San Pedro les habló a miles de novios el día de San Valentín, “El amor de dos esposos es una realización, una realidad que crece, y podemos decir que es como construir una casa, y esa casa se construye juntos, no solos”. Cada vez que leo su mensaje me emociono y agradezco este amor que nos permite crecer juntos.

Una situación como la descrita en los párrafos precedentes, se suele considerar una tragedia, ante la cual enojarse, sentir rabia o culpar a Dios son reacciones naturales y esperables. Desde la perspectiva cristiana, hay otra mirada posible. Como sucedió en mi caso, estos sentimientos se aminoran si por sobre ellos prevalece la certeza que Cristo nos sostiene amorosamente en sus brazos en todo momento, particularmente durante los períodos de prueba, manteniendo viva nuestra fe. Haciendo posible milagros como el sobrevivir, renacer, y seguir construyendo la vida matrimonial y familiar desde nuevos y reforzados cimientos. “Es más sano aceptar con realismo los límites, los desafíos o la imperfección, y escuchar el llamado a crecer juntos, a madurar el amor y a cultivar la solidez de la unión, pase lo que pase.” (Amoris Laetitia, 135)

Posible milagros como el sobrevivir, renacer, y seguir construyendo la vida matrimonial y familiar desde nuevos y reforzados cimientos.

Mi marido y yo nos conocimos jóvenes y juntos hemos construído un hogar, una familia y siempre ví que sólo juntos podemos superar los escollos y que juntos podemos lograr milagros. Porque si hay algo que he comprendido a cabalidad, es que lo que estamos haciendo a diario en la adversidad, es hacer familia, continuar construyendo, haciéndonos merecedores cada día de nuevos milagros.

Sólo la fe y el amor pueden mantener viva la esperanza. Si más personas se convencieran de esto, lo sintieran así, el mundo sería mejor. Por lo tanto, surgen las preguntas: ¿Se puede vivir sin fe?, ¿existe el “sí para siempre”?, ¿es posible amarse por siempre, pase lo que pase?

«En este breve recorrido podemos comprobar que la Palabra de Dios no se muestra como una secuencia de tesis abstractas, sino como una compañera de viaje también para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor, y les muestra la meta del camino, cuando Dios «enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor» (Ap 21,4).»

Papa Francisco, Amoris Laetitia 22

Carolina de Lapeyra
Profesora de la Facultad de Medicina UC

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