Otras reflexiones

La esperanza nos impulsa a amar

“Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. (…) Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza“. (Papa Francisco)

El Espíritu nos empuja al desierto

“El desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud. En Cuaresma, encontramos nuevos criterios de juicio y una comunidad con la cual emprender un camino que nunca antes habíamos recorrido” (Papa Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2024).

Transfiguración: una escuela de amistad

“Somos una sociedad muy acostumbrada en pensar la felicidad como un sentimiento personal, una emoción, algo que, por lo tanto, se experimenta en soledad, como individuos. Por eso quizás resulte sorpresiva la afirmación que para que una vida sea feliz es necesario que una persona tenga amigos”.

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer: Historia y significado de un día

“El Día Internacional de la Mujer no solo conmemora las luchas históricas, sino que también se constituye como una jornada de reflexión donde se renueva el compromiso de respetar la dignidad de la mujer”.

Tiempo, un don para la escucha

Hna. Patricia Rojas

Año VI, N° 131

viernes 14 de junio, 2024

“Más allá de nuestros frenéticos anhelos de usar bien el tiempo y no perder ni un minuto, está la realidad de que el tiempo es un don de Dios, que Él gratuitamente nos concede y que nos invita a vivirlo en comunión con Él”.

“Comienzan los relojes a maquinar sus prisas; y miramos el mundo. Comienza un nuevo día. Comienzan las preguntas, la intensidad, la vida; se cruzan los horarios. Qué red, qué algarabía”. Estas primeras estrofas de la Oración de la Mañana (Laudes) reflejan la realidad de tantos que iniciamos nuestra jornada empeñados en llevar a cabo nuestras obligaciones, proyectos y tareas cotidianas. Con facilidad podemos experimentar la sensación de que “el tiempo no nos alcanza”, “tenemos poco tiempo” o simplemente “no tenemos tiempo”. Más allá de nuestros frenéticos anhelos de usar bien el tiempo y no perder ni un minuto, está la realidad de que el tiempo es un don de Dios, que Él gratuitamente nos concede y que nos invita a vivirlo en comunión con Él. De ahí que la siguiente estrofa de la Oración diga así: “Mas tú, Señor, ahora eres calma infinita. Todo el tiempo está en ti como una gavilla”. El Señor es el Señor del tiempo, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible (Credo niceno constantinopolitano).

Pidamos que podamos nosotros también ser instrumentos de paz, de sanación, de amor, donando de nuestro tiempo para acoger y escuchar.

Dios nos envió a su Hijo en la plenitud de los tiempos (cfr. Gal 4,4), Él nos salvó en el tiempo y en el tiempo quiere encontrarnos. Es así como encontró a la samaritana, a María Magdalena y a los peregrinos de Emaús. Jesús por primero nos da el ejemplo y nos invita a hacer nosotros lo mismo. Nos llama a reconocer que Él se hace presente en nuestras vidas como don y nos invita a ser don para los demás, regalando de nuestro tiempo a quien lo necesite; transformando así nuestro tiempo en servicio.

Dios nos envió a su Hijo en la plenitud de los tiempos (cfr. Gal 4,4), Él nos salvó en el tiempo y en el tiempo quiere encontrarnos. Es así como encontró a la samaritana, a María Magdalena y a los peregrinos de Emaús. Jesús por primero nos da el ejemplo y nos invita a hacer nosotros lo mismo.

Pensemos en las veces en que nos hemos sentido escuchados, acogidos; cuando de corazón hemos dicho: “gracias por escucharme”, “gracias por tu tiempo” y pidamos que podamos nosotros también ser instrumentos de paz, de sanación, de amor, donando de nuestro tiempo para acoger y escuchar. Que podamos crecer cada día en esta capacidad de escucha, de silencio compartido, conscientes que es un noble servicio, entregar lo mejor de nosotros, ser capaces de donar del “tesoro de nuestro tiempo” para que otros puedan hacer la experiencia del bálsamo del consuelo que viene del sentirse escuchado y acogido. Que a través de estas vivencias, el Resucitado, Señor del tiempo, Dios del amor y del consuelo, plenifique y llene de sentido nuestros días.

Nos ayudaría preguntarnos: ¿Cómo está mi capacidad de escucha? ¿Creo que el donar parte de mi tiempo para escuchar al hermano que lo necesite es un acto de entrega y de servicio? ¿Cómo podría mejorar mi disposición para escuchar lo que emerge del corazón del otro?

“Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo”

Eclesiastés 3, 1.

Hna. Patricia Rojas
Acompañamiento en Salud de Hospital UC

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