Los santuarios marianos cada 16 de julio se colman de feligreses que acuden en masa a presentar sus intenciones, deseos, penas y alegrías a nuestra madre la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen. Es la madre presente en cada santuario a lo largo del país que acoge a sus hijos.
¿Cómo entender el cariño y explicar el esfuerzo que hacen miles de peregrinos visitando santuarios marianos de nuestro país, donde María es el centro de nuestras ciudades? De Arica a Punta Arenas podemos encontrar: la Virgen de La Tirana del Tamarugal, la Virgen Ayquina, la Virgen de las Peñas, Andacollo, Maipú, Lo Vásquez, Licantén y tantos más.
Ella, desde su vocación carmelitana y criolla, nos toma siempre para llevarnos a Jesús y mostrarnos qué importante es la propia identidad, el ser de Chile.
María es parte de la identidad nacional, no solo en estas grandes manifestaciones, sino también en lo cotidiano de un chileno o chilena, donde los escapularios o las estampitas de la Virgen representan su maternidad que nos cobija en sus brazos cuando todo parece caerse. Ella, desde su vocación carmelitana y criolla, nos toma siempre para llevarnos a Jesús y mostrarnos qué importante es la propia identidad, el ser de Chile. María ha querido ser parte de nuestro país, y su penetración ha sido tan fuerte, que hoy no podemos ser indiferentes a su imagen.
La figura de la Virgen del Carmen mueve los corazones de gran parte de los chilenos y chilenas. Muchos creyentes, no creyentes, o incluso de otros credos, sin saber o conocer la teología en torno a la Virgen María, viven lo que el papa Benedicto predicó el año 2007 en Brasil, en su viaje apostólico con motivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe: “no hay fruto de la gracia en la historia de la salvación que no tenga como instrumento necesario la mediación de Nuestra Señora”.
La piedad popular nos enseña y demuestra que el pueblo creyente sabe que todo lo que le implora a Dios, todo lo que presenta ante Él y todo lo que de Él obtiene, de alguna manera, tiene relación con su Madre. Por esta razón es importante vivir esta devoción, para que los fieles se dirijan a los santuarios marianos -de manera presencial o espiritual- a pedir, suplicar y agradecer, por tantas intenciones que guarda en su corazón.
El desafío más concreto como Iglesia es poder encauzar ese amor de hijo que acude a su Madre por un amor que Ella misma nos regala: su hijo Jesucristo.
El desafío más concreto como Iglesia es poder encauzar ese amor de hijo que acude a su Madre por un amor que Ella misma nos regala: su hijo Jesucristo. Es una dinámica que no se detiene, un círculo virtuoso en caridad: el hijo acude a la Madre y la madre conduce a su hijo al Hijo Jesús. Cada uno a nivel personal tendrá tantas intenciones, deseos, penas o temores. También favores o bendiciones que agradecer y necesita de algo, más bien en el caso de los creyentes, de alguien que no lo defraude. “María nos muestra al Hijo que es la esperanza que no defrauda” (Papa Francisco).
Cada 16 de julio celebramos la Solemnidad de la Virgen del Carmen, ocasión en que muchos acuden a ver a Nuestra Madre a lo largo de Chile. Pidámosle a ella que nos lleve a su Hijo Jesús y roguémosle que interceda por nuestro país. Para que, acogiendo nuestras diferencias, podamos construir un país que las respete, tolere y abrace, al igual que su propia Madre. Porque ella es quien nos invita a imitarla en nuestro día a día, con nuestras relaciones personales, con nuestro prójimo. Es ella como Madre quien nos acoge como hijos, y quiere reinar en el corazón de cada uno de nosotros.
Es por esto que los invito a preguntarse, en este tiempo de fiesta mariana, ¿qué es lo que llevo personalmente en mi corazón para presentarlo a Dios por medio de mi madre la Virgen María? ¿Qué le quiero pedir a la Virgen María con relación a nuestro país? ¿Cómo lo puedo hacer para que la Virgen María me acerque más a su Hijo Jesús?