Otras reflexiones

El primer domingo de Adviento. Cuando la ciencia y la fe se encuentran

“Hay algo que la ciencia no puede responder y eso está en dominio de la fe. Y ahí es donde el Adviento entra en mi corazón. Este primer domingo no es simplemente una fecha que aparece en el calendario litúrgico; es una puerta abierta para creer, para la fe".

Recordando el gran y santo concilio de Nicea

“Lo que los proclamaron los Apóstoles y lo que definieron los Santos Padres marcaron la fe de la Iglesia de un sello de unidad. (Liturgia bizantina)”.

Dialogar para encontrarnos

“Para dialogar necesitamos sentarnos con la otra persona, encontrar tiempo en común, poner atención a lo que nos dice, en un encuentro auténticamente humano y, por lo tanto, auténticamente cristiano”.

Dios te salve María, llena eres de gracia

María me acompañaba en silencio, porque sí, porque las madres quieren a sus hijos. Y es que lo más hermoso del amor es su gratuidad. “Todo es gracia”, le dijo el Padre Hurtado a mi padre. “Todo es gracia”, murmuró Santa Teresita de Lisieux en su lecho de muerte. “Todo es gracia”, escribió Georges Bernanos en su Diario de un cura rural. “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios”, señala San Pablo (Efesios 2,8).

Cultura para pensar las relaciones humanas

Álex Muñoz H.

Año VII, N° 164

viernes 31 de enero, 2025

“Un muy interesante y pertinente análisis de la cultura lo plantea el Papa Francisco en diversos momentos de su pontificado. Sus escritos en dos encíclicas permiten reforzar la mirada de la cultura como factor”.

La cultura, usualmente pensada como una categoría o forma de pensamiento, se enfrenta también al desafío de un tiempo donde constantemente queda relegada al ocio y los recovecos crípticos de conocimientos cada vez más específicos, abandonando el alcance que tiene su discernimiento para la vida juntos; su primera expresión la encontramos en la familia, la escuela y, últimamente, en lo político. Este punto es el paso para pensar la cultura desde otra perspectiva, es decir, como factor, en cuanto que crisol y en tanto que proyección de la vida social.

La cultura del encuentro, que se desprende como condición propia al abrazar de nuestra fe, una fe propiamente expresada en y desde la catolicidad, da la razón no solo a niveles de diálogo, sino diálogo a todos los niveles.

Un muy interesante y pertinente análisis de la cultura lo plantea el Papa Francisco en diversos momentos de su pontificado. Sus escritos en dos encíclicas permiten reforzar la mirada de la cultura como factor.

Reconociendo el movimiento ecológico en Laudato si´, el Santo Padre propone una revisión de las dimensiones técnicas de la cuestión climática, la contaminación, la cuestión del agua y la biodiversidad, en una llave de lectura no solo sobre la conciencia de las causas y los lances del problema. Funde en su reflexión causas y cauces de acción, expresiones técnicas y la profundidad que aporta el Misterio para leer la anchura de la cuestión medioambiental en nuestro tiempo. Explícitamente incorpora la cultura como factor, reconoce la necesidad de conservar la riqueza cultural de las civilizaciones, expresa la dinámica de nuestra relación con el ambiente y forja la integralidad, como vía para mirar en sentido compuesto nuestro lugar en la casa común. La técnica es también expresión de un ethos y, con esto, puede estar verdaderamente dotada de sentido; es más, el sentido podría conducir los alcances de la técnica, no para restringirla, sino para establecer su conveniencia y trascendencia humanizadora.

Reconoce la necesidad de conservar la riqueza cultural de las civilizaciones, expresa la dinámica de nuestra relación con el ambiente y forja la integralidad, como vía para mirar en sentido compuesto nuestro lugar en la casa común.

La nota más interesante y amplia sobre la cuestión la planta el Pontífice en Fratelli tutti, donde el punto de la cultura en la manifestación de la fraternidad humana traspasa y ensancha el análisis teológico. A las diversas brechas como el descarte, la insuficiente extensión de los derechos humanos, un afán de progreso a ultranza, etc., Francisco expone la necesidad nuevamente de mirar estas problemáticas, desde la perspectiva de la relacionalidad, como acceso a la configuración de la cultura: “La palabra ‘cultura’” indica algo que ha penetrado en el pueblo, en sus convicciones más entrañables y en su estilo de vida. Si hablamos de una ‘cultura’ en el pueblo, eso es más que una idea o una abstracción. Incluye las ganas, el entusiasmo y finalmente una forma de vivir que caracteriza a ese conjunto humano. Entonces, hablar de ‘cultura del encuentro’ significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujeto de esta cultura es el pueblo, no un sector de la sociedad que busca pacificar al resto con recursos profesionales y mediáticos” (Fratelli tutti, 216).

La cultura del encuentro, que se desprende como condición propia al abrazar de nuestra fe, una fe propiamente expresada en y desde la catolicidad, da la razón no solo a niveles de diálogo, sino diálogo a todos los niveles. Entreteje un bien que sea verdaderamente común y nos condice con aquella fraternidad de reconocernos hermanos.

Pensar la cultura como factor será desafío para mirar el desarrollo disciplinar -ciertamente-, pero en la propuesta de nuestra teología y la vida de nuestra fe implicará mirar juntos toda la dimensión de la vida, su influencia en el lenguaje, la experiencia del amor de familia, en la perspectiva conjunta que implica la responsabilidad de educar, en nuestras presencia y expresiones estéticas, en la construcción-contribución sincera con el bien común, en las dinámicas de servicio, en la misión evangelizadora y en el tejido de nuestras comunidades.

¿Encontramos la cultura del encuentro en nuestras comunidades? ¿Será factor para las relaciones? ¿Será factor en la evangelización?

“El cultivo de la amabilidad no es un detalle menor ni una actitud superficial o burguesa. Puesto que supone valoración y respeto, cuando se hace cultura en una sociedad transfigura profundamente el estilo de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y de confrontar ideas. Facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes”.

Papa Francisco, Fratelli tutti, 224.

Álex Muñoz H.
Profesor de la Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía de la Universidad Católica de la Santísima Concepción

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