Otras reflexiones

La fragilidad y la finitud de la vida

“La fragilidad de la muerte puede encontrarse en cualquier momento y lugar: en nuestro hogar, entre los nuestros, en el día a día. A veces, un examen médico rutinario nos revela la debilidad de nuestra salud. La finitud no constituye un evento especial, excepcional y previsible. Nuestro fin puede estar en todos lados y en lo más insustancial”.

“Si Conocieras el Don de Dios”, Jn 4,10

“La vivencia de los sacramentos tiende hoy a postergarse: la vorágine del tiempo, la proliferación de lo digital, la facilitación de la oferta, la liquidez de las relaciones y tantos otros factores invitan a expresiones más volátiles y fugaces en la vida en general. Dentro de ello, la experiencia religiosa intenta levantar la sobrenaturalidad de lo humano, y lucha por mostrarnos el don de Dios expresado en la faz de Jesús de Nazaret”.

“Vulnerabilidad humana y responsabilidad por los demás”

“Y, por otro lado, si hemos de decir la verdad, nadie aspira a ser ese ser humano vulnerable al que aludimos, ya sea anciana, niño, pobre, migrante, discapacitada, o expuesto. No es popular el ser vulnerable en el ideario social contemporáneo”.

Hablar de vocación es hablar de un llamado al amor

“La vocación es un llamado que Dios hace en lo más íntimo de nuestro ser. Es un llamado a la plenitud. Es un llamado único y original que tiene relación con los anhelos más profundos que Dios ha puesto en el corazón de cada uno de nosotros”.

“Apartad de nuestras ciudades los terremotos, incendios y epidemias”*

Cristián Eichin Molina OFM

Año IV, N° 79.

viernes 23 de septiembre, 2022

“Esta oración, aunque sea antigua, siempre es nueva, ya que nos mantiene unidos y recuerda el amor de María, Madre de la Patria, frente a los fenómenos naturales”

La petición de la que habla el título pareciera ser actual pero no lo es. Forma parte de la bella oración a la Virgen del Carmen compuesta en el siglo XIX por el reconocido escritor chileno, sacerdote y obispo de las comunidades de Ancud y la Serena, Monseñor Ramón Ángel Jara.

Es una de las plegarias más oradas por el Pueblo de Dios, ya que aboga por el cuidado de la ciudad, invocando a la Carmelita, para que la libere de terremotos, incendios y epidemias.  Con el trascurrir de los años, esta oración no ha dejado de crecer en fe y popularidad, como así también los desastres naturales no han dejado de ocurrir. Entonces, ¿por qué la oramos?

En la procesión de la Virgen del Carmen, ella escucha y es mediadora ante su hijo Jesucristo de las angustias de miles de personas que viven en condiciones de precariedad.

La festividad del “Día de la oración por Chile” es de gran ayuda para entender el sentido más profundo de la oración. El último domingo de cada mes de septiembre, la ciudad se transforma en un gran “espacio litúrgico”, donde la comunidad en las calles saluda la procesión de la Virgen del Carmen, que ha salido para protegerla de los desastres naturales. Es de las pocas procesiones que quedan junto a la de Corpus Christi, donde Jesucristo sale a recorrer la ciudad para bendecirla y encontrarse con sus habitantes.

En la procesión de la Virgen del Carmen, ella escucha y es mediadora ante su hijo Jesucristo de las angustias de miles de personas que viven en condiciones de precariedad. La calle le habla de sus marcas sociales, reclamando ser leídas y discernidas como comunidad de creyentes. La Virgen es acompañada por la Iglesia, que también sale de los templos a encontrarse con el hombre, la mujer y la cultura urbana, compartiendo el espacio urbano con otras procesiones y marchas sociales.

La Virgen es acompañada por la Iglesia, que también sale de los templos a encontrarse con el hombre, la mujer y la cultura urbana.

El “Día de la Oración por Chile” es una festividad protagonizada por la Virgen junto a la comunidad, compleja y diversa, en procesión por las calles de nuestro país. En él se unen valores como la fe, la esperanza, la unión y el entendimiento. Es una ocasión para anunciar el Evangelio de Jesucristo y escuchar al Espíritu que habla a la Iglesia.

Una posible respuesta del porqué seguimos invocando la oración de la Virgen del Carmen reside en que ella nos ayuda a estar siempre abiertos a su cercanía, sin agregar o quitar algo de su papel en el plan de salvación. Esta oración, aunque sea antigua, siempre es nueva, ya que nos mantiene unidos y recuerda el amor de María, Madre de la Patria, frente a los fenómenos naturales. No dejemos de rezarla, ni tampoco de leer el mensaje de Dios a través de la naturaleza, la cual es un espléndido libro en el cual Dios nos habla, reflejando su hermosura y bondad.

En la explicación natural de los terremotos vive también, como consecuencia, la existencia de la majestuosa Cordillera de los Andes, forjada durante millones de años y movimientos sísmicos, llena de riquezas y favores naturales, gracias a los cuales hemos podido construir nuestra comunidad.

De la misma manera, los incendios y la enfermedad son un llamado de amor al prójimo y a poner nuestra atención en los más necesitados. Jesús optó por vivir como pobre y vivir entre ellos: «siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza» (2 Co 8,9). ¿Cómo podemos acompañar a tantos que ven frustrados sus caminos? ¿Cómo vivimos este llamado de amor al prójimo, en el mundo de hoy, en las grandes ciudades, en nuestro Chile?

* Oración a la Virgen del Carmen.

 

“En nuestra ciudad, hambrienta de amor y atención, que sufre la degradación y el abandono, frente a tantas personas ancianas y solas, familias en dificultad, jóvenes que luchan con dificultad para ganarse el pan y alimentar sus sueños, el Señor te dice: “Tú mismo, dales de comer”.

(Papa Francisco, Homilía Corpus Christi 2019)

Cristián Eichin Molina OFM
Vice Gran Canciller Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

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