Otras reflexiones

“Bendito es el fruto de tu vientre”, Lc 1,39-45.

“Cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando en voz alta, dijo: —Bendita tú entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre”, Lc 1,39-45.

La narcocultura, una problemática que compete a la Iglesia

“La cultura narco proyecta que el consumo y tráfico de drogas, el uso de las armas y la violencia tienen como resultado un mayor estatus social, una vida de lujos e incluso mayor éxito sexual, pero sabemos que el verdadero efecto de esta propuesta es una cultura de la muerte que trafica con las vidas de nuestros jóvenes, truncando sus vidas, desatando la violencia y destruyendo sus familias”.

El rol de la mujer en la renovación de la sociedad

“Varón y mujer son iguales ante Dios, son personas, seres racionales creados a Su semejanza. Aún mas, varón y mujer son una unidad indisoluble y complementaria, no se entiende uno sin el otro”.

Los pobres no pueden esperar, ¿qué hago yo por ellos?

Que este tiempo de verano nos invite a reflexionar sobre cómo podemos ser más solidarios y tener una preocupación especial por los más pobres y contribuir con ello a un desarrollo más humano y sostenible desde nuestros trabajos y vida cotidiana.

Edith Stein, una mujer valiente

Maureen Boys Loeb

Año II, Nº 23.

viernes 31 de julio, 2020

"¿Por qué, Dios mío? Todos los sufrimientos que vienen de fuera no son nada en comparación con la oscura noche del alma. ¿Por qué estás oculto en mis sueños y callas?"

Hace poco participé en un montaje teatral llamado “Medianoche”, donde Edith Stein (personificado por la actriz Elsa Poblete) tiene un “Diálogo Nocturno” con la Reina Ester (personaje bíblico que tuve la suerte de interpretar). Cuando los actores y actrices nos enfrentamos a un nuevo texto, generalmente hacemos el llamado “trabajo de mesa” que consiste en la lectura en voz alta del guion, el estudio histórico de personajes y la búsqueda de referentes que impulsen nuestra creación.

Fue en esa búsqueda inicial que, con mi compañera de escena y el director, nos dimos cuenta de la valentía que cruzaba cada decisión de Edith Stein a lo largo de su vida. Pero ¿qué es ser valiente? Quizás es ser heroico o actuar con valor, aunque también vencer los propios temores y simplemente actuar. Eso fue Edith, una mujer valiente, de acción, oración y mucha fuerza.

¡Imaginen las miradas y juicios de su entorno! Una niña judía, luego una joven atea, luego una dama filósofa, una feminista cristiana que ingresa al Carmelo.

Nació en el seno de una familia judía practicante, siendo ella la menor de once hermanos. ¡Once! Desde muy pequeña se encontró con los libros y el conocimiento, siendo conocida como “la chica lista”.

“Devoraba los libros. No dejaba de leer incluso cuando me peinaban. Me sentía ávida, sedienta de conocimiento. Eternamente le agradeceré a mi madre el no cuestionar mi deseo de seguir estudiando. Yo era una muchachita lectora, necesitaba encontrar respuestas”.

Desde muy pequeña, Edith cuestionaba si era o no merecedora del amor de Dios. Su corazón e intelecto luchaban constantemente, se sentía abrumada. Buscaba y buscaba.

“Todo lo que buscaba en mis estudios de pronto se volvió contra mí. Me di cuenta que los libros no me servían de nada mientras yo no hubiese aclarado lo mismo con mi propia experiencia. Mis tormentos no me dejaban tranquila de día ni de noche. Cada vez me sumergía más en una auténtica duda”.

Edith Stein fue valiente en cada paso que dio, consciente de su fragilidad y de la necesidad de Dios optó muchas veces por el “camino difícil”.

Fue así que, poco a poco, se fue alejando intelectualmente de su religión para llegar al ateísmo. Ese abandono de fe lo inició en la adolescencia, se sentía incomprendida. Ella supo encontrar en los libros y la filosofía un respiro a su angustia (su propia “oscura noche del alma”). Luchó por entrar a la universidad (algo poco común para las mujeres en esa época) y fue la primera doctora en filosofía en Alemania. ¡Valiente Edith!

Llegó la guerra y, con ello, un nuevo remezón a su corazón.

“La experiencia del día a día me mostraba esa verdad que yo andaba buscando en los libros y, aunque no lo aceptara, ya se me hacía evidente el misterio de la religión”.

Su búsqueda filosófica se volvió espiritual. La lectura de textos de Santo Tomás y luego de Santa Teresa llevaron a Edith a encontrarse nuevamente con Dios, con Jesús y María. ¡Imaginen las miradas y juicios de su entorno! Una niña judía, luego una joven atea, luego una dama filósofa, una feminista cristiana que ingresa al Carmelo tomando por nombre: Teresa Benedicta de la Cruz. ¡Valiente Edith!

Peleó por los derechos de las mujeres. En sus búsquedas teológicas, escribió que las mujeres debían encontrar en sus trabajos ejercer su verdadera vocación en libertad. ¡Valiente Edith!

Se permitió escribir una carta al papa Pío XI rogando su intercesión por el pueblo judío, haciéndole ver que el silencio de la Iglesia era cómplice. ¡Valiente Edith!

Edith Stein fue valiente en cada paso que dio, consciente de su fragilidad y de la necesidad de Dios optó muchas veces por el “camino difícil”.

En los tiempos que corren, quisiera ver en nosotros mismos menos inclinación por el camino fácil y más de la valentía de Edith para vencer los propios temores y hacer lo correcto.

Esta columna contiene extractos de textos de la obra “Medianoche” de la dramaturga Florencia Martínez (adaptación libre de la obra “Diálogo Nocturno” que la propia Edith Stein escribiera el año 1941)

«Ser instrumentos en las manos De Dios
y realizar su obra en el lugar donde Él
nos coloca: esta es nuestra misión.
Si la cumplimos, entonces realizamos lo mejor
de nosotras para nuestro ambiente y, por
consiguiente, también para todo el pueblo».

«Las páginas más bellas de Edith Stein»,
Selección de Francisco Javier Sancho.

Maureen Boys Loeb
Profesora de la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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