Otras reflexiones

Matrimonio, una escuela de amor

El Papa publicó una carta a los matrimonios, en la que nos dice: “la vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto, en un mar a veces agitado” y nos anima, recordándonos “que a través del sacramento del matrimonio Jesús está presente en esa barca”.

Peregrinar en tiempo jubilar: Camino de fe y gratitud

Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14,6), por lo que los cristianos siempre estamos llamados a acompañar a Jesús en el camino, en su peregrinación hacia el Reino. En este tiempo jubilar, caminar al santuario con otros peregrinos y con nuestros seres queridos cobra un significado especial.

Habemus Papam: León XIV

Se corrieron las cortinas de la Logia de la Bendición y el cardenal Dominique Mamberti pronunció aquellas dos palabras que anhelábamos escuchar: Habemus Papam. León XIV, el nombre que eligió Robert Francis Prevost Martínez, quien fue el prefecto del Dicasterio para los obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, tiene mucho que decirnos.

Los talentos y la música

"Porque es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, dándole a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad. Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo, el de los dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo" (Mt. 25 14, 30).

El regalo del silencio

Sonja Noll

Año VII, N° 181

viernes 30 de mayo, 2025

El silencio es como el papel en blanco que acoge nuestro pensar, el trasfondo despejado que nos permite escuchar al otro y a uno/a mismo/a. Es la pausa entre notas que da vida a la música, y son los márgenes y espacios vacíos del texto que permiten una lectura más tranquila y menos caótica.

Te invito a parar por unos segundos. A hacer silencio y escuchar. ¿Qué escuchas?

A lo mejor son las voces de tu familia, tus colegas, tus vecinos, tus mascotas… o voces mediadas por el teléfono, la radio, la tele o en línea. Quizá hay música.

Tal vez escuchas los sonidos de movimiento: de los autos y las micros de la calle, del metro, o de niños jugando.

Alguno, espero, habrá escuchado el viento en los árboles, el canto de los pájaros, el flujo del agua del mar o de un río.

Sin la claridad que otorga el silencio, es difícil llegar a reconocer la voz de Dios.

Con toda esta variedad posible, la respuesta que menos esperaría es que hayas escuchado el silencio. ¿Existe aún silencio por escuchar? ¿Se puede escuchar el silencio? Algunos dirán que no, otros que sí.

Incluso, si no hay nada en particular que escuchar, no solemos optar por oír el silencio. Preferimos, por lo general, llenar los espacios vacíos del día con música, noticias, podcasts, entretención. Para muchos de nosotros, ni siquiera quedan tiempos libres del día o “vacíos” que podamos decidir cómo llenarlos.

Nuestras vidas están llenas de exigencias, de información que procesar, además de todo lo que nos rodea en las redes. ¿Cómo reaccionar a este flujo constante? Deseamos usar bien el tiempo, también no ser excluidos de lo que está transcurriendo en nuestro alrededor, pero en todo este ajetreo, muchas veces el silencio queda fuera.

Escuchar el silencio –y escuchar en silencio-, sin embargo, nos urge. Es cada vez menos común, cada vez más necesario.

Pero ¿por qué debemos buscar el silencio? El silencio es como el papel en blanco que acoge nuestro pensar, el trasfondo despejado que nos permite escuchar al otro y a uno/a mismo/a. Es la pausa entre notas que da vida a la música, y son los márgenes y espacios vacíos del texto que permiten una lectura más tranquila y menos caótica.

Escuchar el silencio
–y escuchar en silencio–, sin embargo, nos urge. Es cada vez menos común, cada vez más necesario.

El silencio también puede ser como la luz que permite ver, que nos ayuda a identificar detalles, distinguir matices y tonalidades de la vida. Sin la luz, no vemos con claridad; sin silencio, no escuchamos con claridad.

Esta escucha en silencio es necesaria para conocer al otro, para validar y valorar su voz, para permitir que hable sin que impongamos nuestras ideas preconcebidas. Es necesario también para el autoconocimiento: sin la pausa del silencio para tomar el pulso, para estar plenamente presente, hay un riesgo de perder el contacto consigo mismo/a, de seguir ciegamente los deseos y las demandas de otros. Posiblemente más grave aún: sin la claridad que otorga el silencio, es difícil llegar a reconocer la voz de Dios. El silencio es trasfondo para toda escucha, como lo fue para Samuel, quien tuvo que aprender a decir “habla, Señor, porque escucho” (cf. 1 Sam 3,10).

Cuando nos permitimos escuchar en silencio, cuando lo buscamos para escucharnos a nosotros mismos y a los que nos rodean, nos abrimos también a la presencia de Dios. A veces es bloqueada por las muchas otras voces que claman por nuestra atención, por el vaivén constante de personas, mensajes e información que nos distraen, que nos saturan y hacen difícil apreciar lo bello, percibir lo divino.

Nos vendría bien regalarnos momentos de silencio, como hizo Jesús antes de escoger a los discípulos (Lc 6,12-13), y después de que murió Juan el Bautista (Mt 14,13). Dios mismo a veces nos regala su silencio de la presencia y de la escucha, como hizo con Elías en la cueva, acercándose no en la tormenta y el terremoto, sino en el “sonido de un silencio fino” (una traducción del texto hebreo, mientras el griego tiene una “brisa suave”). Este silencio regalado por Dios anima a Elías a cubrir su rostro y salir al encuentro (1 R 19,12) —no a un silencio de abandono, sino de espera, de escucha, de invitación.

No tengas miedo de este silencio que te recibe a la vez que te intimida. Ofrece también este silencio receptivo, oyente, atento a los seres queridos que te rodean, a ti mismo/a.

¿Buscas en tu vida momentos de silencio? ¿Escuchas al otro, a Dios, en silencio? ¿Cómo te podría ayudar la práctica del silencio en el recogimiento, en el encuentro contigo, con otros, y con Dios? ¿Qué desafíos ves en este tiempo para encontrar momentos de calma?

“Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial”.

Benedicto XVI. Mensaje para la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

Sonja Noll
Académica de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile

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