Otras reflexiones

Cardenal San John Henry Newman, un nuevo doctor de la Iglesia

Newman (1801-1890), pastor anglicano converso a la Iglesia, es uno de los pensadores más versátiles del siglo XIX. Fue un prolífico escritor y una de las mentes más brillantes de su tiempo. Es considerado como un humanista en el más pleno sentido de la palabra.

Ser misionero hoy

“Ser misionero no significa, como antes, necesariamente cruzar mares, sino aprender a caminar con otros, en medio de sus dolores, alegrías y búsquedas. A mi parecer, hoy la misión tiene que ver más con una manera de estar que un lugar donde estar, con un escuchar más que con hablar, con abrazar más que conquistar".

La riqueza de las Sagradas Escrituras

“En medio de este torbellino de voces, palabras e imágenes, hay un texto que, desde hace más de dos mil años, ha proporcionado un mensaje fiable e imperecedero. Se trata de los libros de la Biblia... Los pueblos judío y cristiano han creído que en estos se comunica la palabra de Dios, la cual orienta y alimenta nuestras vidas".

Deporte y vida cristiana: ¿tendrán algo que ver?

El deportista entrena su cuerpo para la carrera mediante el ejercicio diario, el cristiano entrena su alma para el encuentro con Dios mediante la oración cotidiana y las buenas acciones. En ambos casos vemos que no son prácticas aisladas. Deben ir acompañadas con una buena alimentación, rutina de sueño y hábitos saludables. Si no, dejan de ser fructíferas y se pueden abandonar fácilmente.

Esperando el verdor verdadero

Paz Cox Irarrázaval

Año III, Nº 52.

viernes 10 de septiembre, 2021

"En primavera Dios nos regala renovada esperanza, manifestada en vitalidad desbordante de brotes verdes y más colores "

La primavera es suma de detalles que en conjunto la hacen una estación única y valorada por todas las culturas y en todos los tiempos. Nos invita luego del invierno, a gozar de los paisajes, caminar por ahí con nuevos ojos, calentarnos al sol, ver colores y texturas, sentir aromas, sonidos, conversaciones y risas de niños en espacios abiertos.

Todas las personas gozamos de los paisajes, por diversos que sean éstos. Como un hecho simple y cotidiano, que se explica porque los elementos que los componen, formas, colores, texturas, poseen una organización de cualidades expresivas que percibimos desde siempre como positivas, armónicas y portadoras de belleza.

Nuestros ojos son la entrada a la posibilidad de captar estas propuestas armónicas sugerentes, gozarlas y emocionarnos con ellas.

La diversidad de los paisajes de Chile, naturales o construidos: campos, ciudades o pueblos, con su rica muestra de colores, los convierten en escenarios magníficos para los encuentros humanos que vitalizan y confortan el alma.

Reverdecer, empezar ciclos nuevos, con alegría y esperanza viva, confiar como hijos en el Padre, que nos da siempre lo que es bueno.

Prima-vera, primer verdor, primera verdad que renueva la vida, trae irresistible invitación a abrir puertas y ventanas, salir a verla, a buscar y dar los abrazos guardados por tanto tiempo, a contemplar su amplia oferta.

La primavera no nos requiere, no nos pide nada a cambio, sólo llega y nos trae regalos: suma de detalles amorosos del Creador, armonías, paisajes repintados y brillantes, que se adentran en nuestras emociones sin permiso, como los dedales de oro que crecen entre las piedras de la orilla del camino. Esto nos recuerda lo que dice el papa Francisco “Ahí está, viene otra vez, lucha por florecer de nuevo. La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del señor ya ha penentrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!” (EG, 278).

Este llamado es a disponernos con voluntad a nuestra propia primavera, que nos ayude a dejar miedos y penas luego de este largo tiempo. Reverdecer, empezar ciclos nuevos, con alegría y esperanza viva, confiar como Esperanza firme y fecunda, como dice Gabriela Mistral, en su poema del libro Ternura (1924) Doña Primavera de aliento fecundo, se ríe de todas las penas del mundo”.

Esperada primavera desde siempre, en todos los tiempos, nos llamará a salir a ver lo nuevo que nos trajo mientras estábamos adentro.

Luego del duro invierno de tiempos pandémicos, dolores y encierros, de no vernos, el papa Francisco, en Fratelli Tutti nos anima a cultivar con voluntad la esperanza: “Invito a la esperanza, que nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor” (FT 55).

Esperanza cierta, inexorable, que irrumpe en nuestro invierno, trayendo señales de brotes verdes que hablan de más colores, cosechas y alimentos. Esperada primavera desde siempre, en todos los tiempos, nos llamará a salir a ver lo nuevo que nos trajo mientras estábamos adentro.

A esperar confiados entonces, el verdor verdadero, el que nos trae siempre nuestro Padre bueno. ¿Seremos capaces de perseverar en la esperanza, aunque todo a nuestro alrededor parezca tan incierto? ¿Podremos dejar en manos de Jesús nuestras penas y miedos, con humildad y confianza? ¿Qué espera Jesús de mí en este tiempo? ¿Qué puedo aportar a los demás?

 

 

“Fijaos en los lirios del campo, como ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba que hoy está en el campo y mañana se hecha al horno, Dios así la viste, ¡cuanto más a vosotros hombres de poca fe¡”
(Lucas 12 (27-28))

Paz Cox Irarrázaval
Profesora de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios

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