Otras reflexiones

Cardenal San John Henry Newman, un nuevo doctor de la Iglesia

Newman (1801-1890), pastor anglicano converso a la Iglesia, es uno de los pensadores más versátiles del siglo XIX. Fue un prolífico escritor y una de las mentes más brillantes de su tiempo. Es considerado como un humanista en el más pleno sentido de la palabra.

Ser misionero hoy

“Ser misionero no significa, como antes, necesariamente cruzar mares, sino aprender a caminar con otros, en medio de sus dolores, alegrías y búsquedas. A mi parecer, hoy la misión tiene que ver más con una manera de estar que un lugar donde estar, con un escuchar más que con hablar, con abrazar más que conquistar".

La riqueza de las Sagradas Escrituras

“En medio de este torbellino de voces, palabras e imágenes, hay un texto que, desde hace más de dos mil años, ha proporcionado un mensaje fiable e imperecedero. Se trata de los libros de la Biblia... Los pueblos judío y cristiano han creído que en estos se comunica la palabra de Dios, la cual orienta y alimenta nuestras vidas".

Deporte y vida cristiana: ¿tendrán algo que ver?

El deportista entrena su cuerpo para la carrera mediante el ejercicio diario, el cristiano entrena su alma para el encuentro con Dios mediante la oración cotidiana y las buenas acciones. En ambos casos vemos que no son prácticas aisladas. Deben ir acompañadas con una buena alimentación, rutina de sueño y hábitos saludables. Si no, dejan de ser fructíferas y se pueden abandonar fácilmente.

Matrimonio, una escuela de amor

Loreto Véliz G.

Año VII, N° 180

viernes 23 de mayo, 2025

El Papa publicó una carta a los matrimonios, en la que nos dice: “la vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto, en un mar a veces agitado” y nos anima, recordándonos “que a través del sacramento del matrimonio Jesús está presente en esa barca”.

Estas últimas semanas me han conmovido las palabras del Papa Francisco en su última homilía, justo antes de morir, y pensé en cuáles serían sus reflexiones con relación al matrimonio. Encontré una carta dedicada a nosotros, que decidimos unirnos en este Sagrado Sacramento, con la fe en que nuestro amor, junto con la reconquista diaria, nos mantendrá unidos para toda la vida.

Con ocasión del Año “Familia Amoris laetitia” —celebrado entre el 19 de marzo de 2021 y el 26 de junio de 2022, terminando con el X Encuentro Mundial de las Familias en Roma—, el Papa publicó una carta a los matrimonios, en la que nos dice: “la vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto, en un mar a veces agitado” y nos anima, recordándonos “que a través del sacramento del matrimonio Jesús está presente en esa barca”.

El matrimonio es una escuela de amor continua, un ejemplo para nuestros hijos, que nos miran y aprenden de nuestra vida cotidiana en pareja.

En el mundo actual, este mar turbulento se nos presenta con más frecuencia, por las exigencias que la modernidad ha traído a nuestras vidas. La carga laboral, las distracciones que nos ofrece la tecnología, la falta de tiempo y el cansancio son solo algunos aspectos que muchas veces nos distancian de nuestro compañero o compañera de vida.

Con mi esposo tomamos este camino y decidimos amarnos y formar una familia hace ya 20 años. También decidimos que Jesús sería parte de este barco y, gracias a su compañía, hemos logrado superar las tormentas. Aceptamos su invitación a ser instrumentos de su amor, sirviendo en una Pastoral de Matrimonios, siendo testimonio con nuestra vida y su mensaje, para, de esta manera, ser escuela de amor, para otras parejas.

San Pablo nos recuerda en el célebre himno de la caridad: “El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo” (1 Cor 13,4-7).

La carga laboral, las distracciones que nos ofrece la tecnología, la falta de tiempo y el cansancio son solo algunos aspectos que muchas veces nos distancian de nuestro compañero o compañera de vida.

Hoy miro atrás y veo cómo mis padres fueron mi ejemplo de matrimonio. Ellos me mostraron con su vida lo importante que es tomar la decisión de amarse, y seguir contra viento y marea unidos en el amor. Ciertamente, ellos -sin haber escuchado al Papa Francisco- pusieron en práctica sus palabras: “Es importante que juntos mantengan la mirada fija en Jesús. Sólo así encontrarán la paz, superarán los conflictos y encontrarán soluciones a muchos de sus problemas. No porque estos vayan a desaparecer, sino porque podrán verlos desde otra perspectiva”.

Con esta reflexión deseo invitar a los matrimonios a ser parte de sus comunidades, a ser iglesia y a seguir creciendo en el amor. Y a las jóvenes parejas, que aún no están seguras de tomar este barco, las invito a confiar y atreverse, porque sin duda la familia es nuestro refugio y el motor que nos mueve cada minuto de nuestras vidas.

Como matrimonio ¿somos escuela de amor con nuestras acciones diarias? ¿Tenemos un matrimonio con Jesús presente en nuestra familia? ¿Confiamos en que, con Jesús a nuestro lado, estaremos juntos “hasta que la muerte nos separe”?

“El sacramento del matrimonio no es una convención social, un rito vacío o el mero signo externo de un compromiso. El sacramento es un don para la santificación y la salvación de los esposos, porque su recíproca pertenencia es representación real, mediante el signo sacramental, de la misma relación de Cristo con la Iglesia”.

Papa Francisco. Exhortación apostólica Amoris laetitia, 2016.

Loreto Véliz G.
Académica de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile

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