Esta época del año muchas veces nos lleva a sentirnos agobiados por las múltiples actividades que se nos presentan, nos invitan, nos obligan. En medio de todo este ruido, el evangelio de este domingo nos presenta una experiencia diferente. María, que visita a su prima Isabel, que en medio de todo el cambio que significa asumir que será la Madre de Dios, levanta la vista, mira a su prima que la necesita y va a encontrarse con ella íntimamente. Y ese encuentro se refleja de inmediato en alegría… “En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre” (Lc 1, 44). En este tiempo, de la misma manera, Jesús sale a nuestro encuentro, y nos invita también a ir al encuentro del otro, siguiendo el ejemplo de su Madre para hacer de la Navidad una fiesta de la alegría.
Él está aquí en la sencillez y la ternura del que solo quiere conectarse con cada una y cada uno para mostrarnos su amor y, así, hacer que nuestro corazón también salte de alegría.
Entonces, podemos ver la Navidad como una oportunidad de vivir el encuentro con Dios, que se nos acerca, nos viene a encontrar de la forma más cercana que es posible pensar, la de un recién nacido en el pesebre. Un Niño que quiere que estemos con él, que aprovechemos su llegada para confiarle nuestra vida, nuestras alegrías y preocupaciones, para darle gracias por lo que nos regala día a día, y también para pedirle lo que necesitamos. Como dijo el Papa Francisco, en su meditación frente al pesebre en 2015: “Estos deseos que lleváis en vuestro corazón están ahora en el lugar más adecuado, porque están cerca del Niño de Belén, en el pesebre humilde: están confiados a Aquel que vino a «habitar entre nosotros»” (Jn 1,14). Él está aquí en la sencillez y la ternura del que solo quiere conectarse con cada una y cada uno para mostrarnos su amor y, así, hacer que nuestro corazón también salte de alegría. Nos invita a que, dentro del ajetreo de esta época, de las luces, las exigencias y el ruido, que a veces no podemos evitar totalmente, busquemos algunos momentos, minutos, un ratito de pausa, de tranquilidad, de oración y meditación, para dar espacio a ese encuentro, ya sea de manera personal, con nuestras familias y amistades, en nuestros lugares de trabajo.
Podemos ver la Navidad como una oportunidad de vivir el encuentro con Dios, que se nos acerca, nos viene a encontrar de la forma más cercana que es posible pensar, la de un recién nacido en el pesebre.
Y junto con ese encuentro con el Niño que nace, también la Navidad nos invita a encontrarnos con nuestro prójimo, con un otro, que echamos de menos y quienes sabemos que nos extrañan, con quienes nos necesitan, y para quienes ese encuentro, ese tiempo que podamos compartir, será también una oportunidad de que salten de alegría. También a través de nosotros, como lo hizo a través de su Madre, el Niño quiere llegar a otras personas y generar esa comunicación profunda de la que nos habla el Papa Francisco al reflexionar sobre la visita de María a Isabel, “… la comunicación como un diálogo que se entrelaza con el lenguaje del cuerpo. En efecto, la primera respuesta al saludo de María la da el niño saltando gozosamente en el vientre de Isabel. Exultar por la alegría del encuentro es, en cierto sentido, el arquetipo y el símbolo de cualquier otra comunicación que aprendemos incluso antes de venir al mundo” (Mensaje de S.S. Francisco, 23 de enero de 2015).
Aceptemos esta invitación a encontrarnos en la intimidad y la alegría de la Navidad con Jesús que nace, con nosotros mismos, y, especialmente, aceptemos la invitación de salir al encuentro del otro para llevarle este mensaje de amor y compartir este tiempo especial del año.
¿A quiénes puedo invitar a compartir el encuentro con el amor y la ternura de Dios en estos días? ¿Quiénes en mi entorno familiar, laboral, de amistad necesitan la alegría de la Navidad? ¿Cómo puedo transformarme en vehículo para ese encuentro? Y finalmente, ¿cómo puedo transformar esos “compromisos” de esta época, las celebraciones, los regalos, no solo en obligaciones que nos distraen, sino en formas y espacios que sirvan también para encontrarnos y celebrar juntos el nacimiento de Jesús entre nosotros?