Otras reflexiones

La fragilidad y la finitud de la vida

“La fragilidad de la muerte puede encontrarse en cualquier momento y lugar: en nuestro hogar, entre los nuestros, en el día a día. A veces, un examen médico rutinario nos revela la debilidad de nuestra salud. La finitud no constituye un evento especial, excepcional y previsible. Nuestro fin puede estar en todos lados y en lo más insustancial”.

“Si Conocieras el Don de Dios”, Jn 4,10

“La vivencia de los sacramentos tiende hoy a postergarse: la vorágine del tiempo, la proliferación de lo digital, la facilitación de la oferta, la liquidez de las relaciones y tantos otros factores invitan a expresiones más volátiles y fugaces en la vida en general. Dentro de ello, la experiencia religiosa intenta levantar la sobrenaturalidad de lo humano, y lucha por mostrarnos el don de Dios expresado en la faz de Jesús de Nazaret”.

“Vulnerabilidad humana y responsabilidad por los demás”

“Y, por otro lado, si hemos de decir la verdad, nadie aspira a ser ese ser humano vulnerable al que aludimos, ya sea anciana, niño, pobre, migrante, discapacitada, o expuesto. No es popular el ser vulnerable en el ideario social contemporáneo”.

Hablar de vocación es hablar de un llamado al amor

“La vocación es un llamado que Dios hace en lo más íntimo de nuestro ser. Es un llamado a la plenitud. Es un llamado único y original que tiene relación con los anhelos más profundos que Dios ha puesto en el corazón de cada uno de nosotros”.

Oración hecha canto

Ángel Abusleme H.

Año II, Nº 21.

domingo 5 de julio, 2020

"La elección de los cantos debe ser adecuada para que la letra acompañe y realce el texto bíblico, ayudando en su comprensión y facilitando la meditación. Es así como ciertos cantos nos evocan un tiempo litúrgico particular y nos predisponen el corazón para vivirlo de manera más plena."

El canto en la misa es una emotiva forma de expresión, alabanza y participación en el culto divino, y también cumple un importante rol de evangelización. Cuando salimos de la misa, la sensación de paz que nos llevamos a casa es en parte por la comunión con Dios y con nuestros hermanos, por la impresión y reflexiones que nos dejó la prédica, y también por el trabajo del coro en acompañar la Palabra. La principal función del coro es invitar a la asamblea a rezar en comunidad y así “ayudar a fundir los espíritus en la caridad” (Papa Pablo VI). Y como tal, el coro que acompaña a la asamblea constituye una forma de apostolado y también es considerado uno de los ministerios de la Eucaristía. El canto religioso es la expresión de cada pueblo que alaba a Dios según sus raíces y estilo, variando en instrumentos musicales y acentos, enriqueciéndose de la diversidad, pero manteniendo siempre la pertinencia a la celebración.

El coro que acompaña a la asamblea constituye una forma de apostolado y también es considerado uno de los ministerios de la Eucaristía.

“El coro tiene la función de acompañar, conducir y realzar el canto de todos, y debe evitar transformarse en el centro de atención” (Los Cantos de la Misa: su Lugar y Sentido, Guillermo Rosas ss.cc). Por esta razón, uno de los mayores desafíos para un coro litúrgico es buscar la música que acompañe mejor a las lecturas de cada misa y según la composición de la asamblea, de manera de ser una invitación acogedora a rezar cantando desde el alma. La elección de los cantos debe ser adecuada para que la letra acompañe y realce el texto bíblico, ayudando en su comprensión y facilitando la meditación. Es así como ciertos cantos nos evocan un tiempo litúrgico particular y nos predisponen el corazón para vivirlo de manera más plena.

Algunos vamos a misa a cantar a “voz en cuello”, en familia, felices y dichosos, como me enseñó mi abuela cuando tenía unos 3 años. “Quiero que mi pueblo rece bella, hermosa y artísticamente” (San Pío X). Es asombroso como nota a nota, la música nos transporta a los tiempos de Jesús y dispone nuestros corazones para comprender mejor Su Palabra. Y son simples notas musicales que siguen complejos patrones matemáticos, y que son llevados a nuestros oídos por ondas acústicas en un medio, ondas que se mezclan y se superponen. Yo me maravillo pensando que el universo y todo lo que conocemos como la materia y la luz también está formado por ondas en campos cuánticos, como, por ejemplo, las ondas electromagnéticas que percibimos como fotones. Entonces tal vez podríamos decir que el universo completo en su esencia es música celestial, compuesta por el mismo Dios como una suma de ondas en diferentes campos. Y nosotros, resultado y eco de Su creación a Su imagen y semejanza y también miembros de Su orquesta universal, cantamos nuestra música para alabarlo, reconociendo y admirando Su infinita grandeza.

Es asombroso como nota a nota, la música nos transporta a los tiempos de Jesús y dispone nuestros corazones para comprender mejor Su Palabra.

Soy un agradecido por tener el privilegio de participar activamente en coros litúrgicos desde hace más de 20 años, aportando con mi voz y con mi guitarra. Mi experiencia ha sido tremendamente enriquecedora y me ha permitido desarrollar habilidades de liderazgo y conocer personas muy diversas en cuanto a grupo espiritual, social y etario, y estilos musicales muy especiales en diferentes ciudades y países. La pertenencia a un coro litúrgico permanente abre posibilidades de reflexión y crecimiento personal que se asemejan a las que entrega una comunidad de vida cristiana. He tenido la oportunidad de aprender cantos directamente de músicos muy talentosos, así como de interpretar música con cantantes católicos famosos, e incluso, de grabar un disco en un estudio profesional. Por todo esto, me atrevo a recomendar seriamente la búsqueda de un coro litúrgico a quienes tengan la inquietud. En mi opinión, las ganas y el compromiso son mucho más importantes que los conocimientos o la experiencia previa.

En la celebración de la misa ¿Pongo atención en los cantos y rezo con ellos? ¿Estoy consciente que los cantos son para cantarlos con respeto y solemnidad? ¿Hay cantos que me ayudan a profundizar en la oración?

«Entre los muchos y grandes dones naturales con que Dios, en quien se halla la armonía de la perfecta concordia y la suma coherencia, ha enriquecido al hombre creado a su imagen y semejanza, se debe contar la música, la cual, como las demás artes liberales, se refiere al gozo espiritual y al descanso del alma. De ella dijo con razón San Agustín: “La música, es decir, la ciencia y el arte de modular rectamente, para recuerdo de cosas grandes, ha sido concedida también por la liberalidad de Dios a los mortales dotados de alma racional»

Musicae Sacrae, Pío XII, 1955.

Ángel Abusleme H.
Profesor de la Escuela de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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