Otras reflexiones

Hacinamiento carcelario y Evangelio de Jesucristo

“En el corazón de la vida eclesial ha estado siempre la preocupación por hombres y mujeres que, habiendo cometido un delito, han sido condenados a cumplir una condena privativa de libertad. La razón de esta preocupación está en que para Jesús la vida no se clausura, ni se detiene de manera definitiva, inclusive habiendo cometido un acto que ha dañado gravemente a otros”.

Católicos en tiempos de polarización

“Importa distinguir siempre entre el error y el hombre que lo profesa, aunque se trate de personas que desconocen por entero la verdad o la conocen sólo a medias en el orden religioso o en el orden de la moral práctica”. Papa Juan XXIII, encíclica Pacem in Terris.

Discernimiento e inteligencia artificial

La IA es una máquina (cada vez más compleja, ciertamente) que realiza acciones que llamamos “inteligentes”, pues se trata de acciones que si fueran hechas por humanos recibirían tal calificativo. Sin embargo, como toda obra humana, también la IA exige un discernimiento moral de sus usos beneficiosos y de sus riesgos para la persona humana y la sociedad en general.

Saber vivir el tiempo restante

“La acumulación de conocimientos sin mesura y el ritmo frenético de trabajo no son en absoluto conducentes al buen vivir. La conciencia del límite, de nuestra finitud en esta vida, punto en el que convergen tanto la sabiduría griega como la de las Sagradas Escrituras, nos impone la tarea de asumir el tiempo con la calma y mansedumbre que el sabio demuestra en su acción” (cf. Sant 3,13).

“Paz entre los pueblos. A 60 años de Pacem In Terris”

Papa Francisco

Año V, N° 100

viernes 14 de julio, 2023

Al celebrar el número 100 de Una Reflexión Semanal, reproducimos un importante mensaje del Papa Francisco en una reciente intervención en la Santa Sede, un llamado a la paz entre los pueblos a 60 años de la encíclica "Pacem in Terris".

Nunca la guerra ha dado alivio a la vida de los seres humanos, nunca ha podido guiar su camino a lo largo de la historia, ni ha podido resolver los conflictos y oposiciones que han surgido en sus acciones. Los efectos de la guerra son víctimas, destrucción, pérdida de humanidad, intolerancia, hasta el punto de negar la posibilidad de mirar al mañana con renovada confianza. La paz, por el contrario, como un objetivo concreto, permanece en el alma y en las aspiraciones de toda la familia humana, de cada pueblo y de cada persona. Esta es la lección que aún hoy podemos extraer del mensaje que San Juan XXIII quiso dar al mundo con la Encíclica Pacem in Terris. Un mensaje positivo y constructivo que recuerda cómo construir la paz significa, ante todo, el compromiso de estructurar una política inspirada en valores auténticamente humanos que la Encíclica resume en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.

Los efectos de la guerra son víctimas, destrucción, pérdida de humanidad, intolerancia, hasta el punto de negar la posibilidad de mirar al mañana con renovada confianza

Y, sin embargo, sesenta años después, la humanidad no parece haber comprendido cuán necesaria es la paz, cuánto bien trae. Una mirada a nuestra vida cotidiana, en efecto, muestra cómo el egoísmo de unos pocos y los intereses cada vez más estrechos de algunos individuos nos llevan a pensar que podemos encontrar en las armas la solución a tantos problemas o nuevas necesidades, así como a aquellos conflictos que emergen en la realidad de la vida de las naciones. Si bien las reglas de las relaciones internacionales han limitado el uso de la fuerza y la superación del subdesarrollo, que es uno de los objetivos de la acción internacional, el deseo de poder sigue siendo, lamentablemente, un criterio de juicio y un elemento de actividad en las relaciones entre Estados. Y esto se manifiesta en diferentes regiones con efectos devastadores en las personas y sus afecciones, sin escatimar en infraestructura y entorno natural.

En este momento, el aumento de los recursos económicos para el armamento ha vuelto a convertirse en un instrumento de relaciones entre los Estados, como si la paz fuera posible y alcanzable únicamente si se basara en el equilibrio de su posesión. Todo esto genera miedo y terror y se corre el riesgo de abrumar la seguridad porque se olvida cómo “un hecho cualquiera imprevisible puede de improviso e inesperadamente provocar el incendio bélico” (Pacem in Terris, 111). Se requiere una reforma profunda de las estructuras multilaterales que los Estados han creado para gestionar la seguridad y garantizar la paz, pero que ahora se encuentran privadas de libertad y posibilidad de acción. No basta con proclamar la paz si no se es capaz de actuar con autonomía para promover e implementar acciones concretas, pues arriesgan dejar de estar al servicio del bien común y ser instrumentos partidistas.

No basta con proclamar la paz si no se es capaz de actuar con autonomía para promover e implementar acciones concretas

Como lo explica claramente la Encíclica, los Estados, llamados por su naturaleza a servir a sus comunidades, tienen el deber de actuar según el método de la libertad y responder a las demandas de justicia, sabiendo sin embargo que “el esfuerzo por ver cómo se ajustan cada vez mejor las realidades sociales a las normas de la justicia es un trabajo de cada día” (Pacem in Terris, 155).

Encomiendo a las universidades la tarea de profundizar el método de educación para paz, para una formación no sólo adecuada, sino ininterrumpida. En efecto, una verdadera formación científica es el fruto del estudio y la investigación, la profundización, la actualización y los ejercicios prácticos: Este debe ser el camino a seguir para abrir nuevos horizontes y superar las formas didácticas y organizativas obsoletas que ya no son apropiadas para nuestro tiempo.

Los estudios sobre Ciencias de la Paz contribuirán a formar a las nuevas generaciones en estos objetivos, a promover esa cultura del encuentro que es la base de una comunidad humana modelada en la fraternidad, que es entonces la norma de acción para construir la paz.

“La paz en la Tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios”.

(San Juan XXIII, Encíclica Pacem in Terris. Vaticano, 11 de abril de 1963)
Papa Francisco
(Vaticano, 11 de mayo de 2023)

Comparte esta reflexión