Otras reflexiones

Peregrinar en tiempo jubilar: Camino de fe y gratitud

Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14,6), por lo que los cristianos siempre estamos llamados a acompañar a Jesús en el camino, en su peregrinación hacia el Reino. En este tiempo jubilar, caminar al santuario con otros peregrinos y con nuestros seres queridos cobra un significado especial.

Habemus Papam: León XIV

Se corrieron las cortinas de la Logia de la Bendición y el cardenal Dominique Mamberti pronunció aquellas dos palabras que anhelábamos escuchar: Habemus Papam. León XIV, el nombre que eligió Robert Francis Prevost Martínez, quien fue el prefecto del Dicasterio para los obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, tiene mucho que decirnos.

Los talentos y la música

"Porque es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, dándole a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad. Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo, el de los dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo" (Mt. 25 14, 30).

Cuando el Papa Francisco habló para la UC

El ritmo acelerado y la implantación casi vertiginosa de algunos procesos y cambios que se imponen en nuestras sociedades nos invitan de manera serena, pero sin demora, a una reflexión que no sea ingenua, utópica y menos aún voluntarista. Lo cual no significa frenar el desarrollo del conocimiento, sino hacer de la Universidad un espacio privilegiado «para practicar la gramática del diálogo que forma encuentro».

Pentecostés: Renovar la esperanza en Dios a través del Espíritu Santo

Marcelo Pinochet Ayala

Año V, N° 96

viernes 19 de mayo, 2023

«Lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas» (Hch 2, 3-4).

En las siguientes líneas se intentará revisar algunas ideas, respecto a la manera en que el Espíritu Santo se hace presente en nuestras tareas cotidianas. Estamos ciertos que, con esmero, queremos seguir la imagen de la primera comunidad cristiana: “perseveraban todos en las instrucciones de los Apóstoles, en la comunicación de la fracción del pan y en la oración” (Hch 2,42).

Hemos recibido el mismo bautismo, por tanto, compartimos el mismo deseo (en una diversidad de carismas) de hacer el bien, advirtiendo la grandeza de la creación y la inspiración del Espíritu Santo para contemplar todo lo bueno. El Papa Francisco, con bellas palabras, evoca esta idea: “quien ha crecido entre los montes, o quien de niño se sentaba junto al arroyo a beber, o quien jugaba en una plaza de su barrio, cuando vuelve a esos lugares, se siente llamado a recuperar su propia identidad” (LS 84). Allí, tenemos la certeza que la presencia y actuación del Espíritu Santo en nosotros es señal que es Él quien lo domina todo.

El Espíritu nos empuja con fuerza a cumplir la misión que Jesús nos ha dado en el trabajo, la familia y la comunidad.

Podemos sentirnos muy afortunados. Al igual que a los apóstoles a quienes dio valentía, fuerza y valor para anunciar y partir por el mundo a predicar, desde mi perspectiva, el Espíritu nos empuja con fuerza a cumplir la misión que Jesús nos ha dado en el trabajo, la familia y la comunidad. Es Dios que se manifiesta en nuestra vida para cumplir con las tareas y no decaer en el camino. Pero esto no siempre es fácil, pues, en algunos espacios, ser cristiano es mal mirado y cuesta ser fiel al mensaje de Jesús.

Particularmente, en las actuales tensiones de nuestra época, los dones del Espíritu son necesarios para comprender el tiempo presente y tomarle el pulso a la sociedad y sus movimientos, sin aspavientos, con calma y mesura para decidir las tensiones actuales con sabiduría, inteligencia y fortaleza, pero también considerando la ciencia, la piedad y el temor a Dios.

Pero, al igual que los apóstoles que vivieron grandes incertidumbres (también la persecución), hoy también vivimos nuevas desconfianzas entre unos y otros: la situación económica mundial y local, las problemáticas asociadas a la migración (en una sociedad individualista, como la nuestra), la polarización y la crisis social. Queremos pedirle al Espíritu Santo que nos llene de esperanza, para poder vivir el amor de Dios en nuestras tareas cotidianas y mirar con los ojos de Jesucristo el contexto en que estamos inmersos, en especial las vulnerabilidades por las que atraviesan muchas personas en nuestras ciudades y calles.

Al igual que los apóstoles que vivieron grandes incertidumbres (también la persecución), hoy también vivimos nuevas desconfianzas entre unos y otros.

No podemos quedar indiferentes ante un mensaje tan inmenso como el de Cristo, pues estamos llamados a anunciarlo y a vivirlo con intensidad para que los demás nos vean y puedan decir: ¡Miren cómo se aman: son cristianos!

En estos días solicitamos los dones del Espíritu, además de la renovación de nuestro compromiso de fraternidad para que, ayudados por el Señor, podamos dar testimonio de caridad y compromiso en una época marcada por el individualismo y los logros personales. Ya nos decía el Papa Francisco hace unos años: “Ven, Espíritu Santo, Tú que eres armonía, haznos constructores de unidad; Tú que siempre te das, concédenos la valentía de salir de nosotros mismos, de amarnos y ayudarnos, para llegar a ser una sola familia, amén”.

¿Veo hoy la presencia del Espíritu Santo en la vida comunitaria y en la amistad fraterna? ¿Podemos ser hoy cada uno templo del Espíritu Santo para ayudar a renovar nuestra vida de Iglesia?

«La Palabra de Dios describe la acción del Espíritu, que primero se posa sobre cada uno y luego pone a todos en comunicación. A cada uno da un don y a todos reúne en unidad»
(Papa Francisco).

Marcelo Pinochet Ayala
Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica del Maule

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