Otras reflexiones

María, escuela de escucha activa y discernimiento

“La polarización y el conflicto a veces circundan las instituciones que le dan forma a la vida política, social y cultural como las universidades, el servicio público o las iglesias. La escucha activa y el discernimiento pueden jugar un rol clave en estos contextos”.

La esperanza cristiana ante la muerte

“La muerte, una interrogante que ha inquietado a la humanidad desde siempre, sigue siendo crucial en nuestras vidas. A pesar de los avances científicos y del conocimiento, la muerte de seres queridos, la injusticia de la muerte inocente y la incertidumbre ante nuestro propio final nos confrontan con un profundo silencio y resignación”.

El humor: un medio de sanación y esperanza

“El humor es algo que hay que tomar en serio. No es la risa fácil por el tortazo en la cara o la burla por el tropiezo ajeno. No es tampoco el optimismo ingenuo y superficial que prefiere ignorar los problemas. Por el contrario, el humor los pone al descubierto y permite reconocerlos, así como también las maravillas, los dones y las oportunidades que hermosean la vida, contribuyendo a enfrentar las dificultades con ánimo alegre y promoviendo el encuentro, la amistad y la colaboración entre las personas”.

Evangelizar, tarea primera y siempre vigente de la Iglesia

“Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación. Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido” (Papa Francisco, en la Jornada Mundial de las Misiones 1).

Tiempo, un don para la escucha

Hna. Patricia Rojas

Año VI, N° 131

viernes 14 de junio, 2024

“Más allá de nuestros frenéticos anhelos de usar bien el tiempo y no perder ni un minuto, está la realidad de que el tiempo es un don de Dios, que Él gratuitamente nos concede y que nos invita a vivirlo en comunión con Él”.

“Comienzan los relojes a maquinar sus prisas; y miramos el mundo. Comienza un nuevo día. Comienzan las preguntas, la intensidad, la vida; se cruzan los horarios. Qué red, qué algarabía”. Estas primeras estrofas de la Oración de la Mañana (Laudes) reflejan la realidad de tantos que iniciamos nuestra jornada empeñados en llevar a cabo nuestras obligaciones, proyectos y tareas cotidianas. Con facilidad podemos experimentar la sensación de que “el tiempo no nos alcanza”, “tenemos poco tiempo” o simplemente “no tenemos tiempo”. Más allá de nuestros frenéticos anhelos de usar bien el tiempo y no perder ni un minuto, está la realidad de que el tiempo es un don de Dios, que Él gratuitamente nos concede y que nos invita a vivirlo en comunión con Él. De ahí que la siguiente estrofa de la Oración diga así: “Mas tú, Señor, ahora eres calma infinita. Todo el tiempo está en ti como una gavilla”. El Señor es el Señor del tiempo, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible (Credo niceno constantinopolitano).

Pidamos que podamos nosotros también ser instrumentos de paz, de sanación, de amor, donando de nuestro tiempo para acoger y escuchar.

Dios nos envió a su Hijo en la plenitud de los tiempos (cfr. Gal 4,4), Él nos salvó en el tiempo y en el tiempo quiere encontrarnos. Es así como encontró a la samaritana, a María Magdalena y a los peregrinos de Emaús. Jesús por primero nos da el ejemplo y nos invita a hacer nosotros lo mismo. Nos llama a reconocer que Él se hace presente en nuestras vidas como don y nos invita a ser don para los demás, regalando de nuestro tiempo a quien lo necesite; transformando así nuestro tiempo en servicio.

Dios nos envió a su Hijo en la plenitud de los tiempos (cfr. Gal 4,4), Él nos salvó en el tiempo y en el tiempo quiere encontrarnos. Es así como encontró a la samaritana, a María Magdalena y a los peregrinos de Emaús. Jesús por primero nos da el ejemplo y nos invita a hacer nosotros lo mismo.

Pensemos en las veces en que nos hemos sentido escuchados, acogidos; cuando de corazón hemos dicho: “gracias por escucharme”, “gracias por tu tiempo” y pidamos que podamos nosotros también ser instrumentos de paz, de sanación, de amor, donando de nuestro tiempo para acoger y escuchar. Que podamos crecer cada día en esta capacidad de escucha, de silencio compartido, conscientes que es un noble servicio, entregar lo mejor de nosotros, ser capaces de donar del “tesoro de nuestro tiempo” para que otros puedan hacer la experiencia del bálsamo del consuelo que viene del sentirse escuchado y acogido. Que a través de estas vivencias, el Resucitado, Señor del tiempo, Dios del amor y del consuelo, plenifique y llene de sentido nuestros días.

Nos ayudaría preguntarnos: ¿Cómo está mi capacidad de escucha? ¿Creo que el donar parte de mi tiempo para escuchar al hermano que lo necesite es un acto de entrega y de servicio? ¿Cómo podría mejorar mi disposición para escuchar lo que emerge del corazón del otro?

“Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo”

Eclesiastés 3, 1.

Hna. Patricia Rojas
Acompañamiento en Salud de Hospital UC

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