Otras reflexiones

Peregrinar en tiempo jubilar: Camino de fe y gratitud

Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14,6), por lo que los cristianos siempre estamos llamados a acompañar a Jesús en el camino, en su peregrinación hacia el Reino. En este tiempo jubilar, caminar al santuario con otros peregrinos y con nuestros seres queridos cobra un significado especial.

Habemus Papam: León XIV

Se corrieron las cortinas de la Logia de la Bendición y el cardenal Dominique Mamberti pronunció aquellas dos palabras que anhelábamos escuchar: Habemus Papam. León XIV, el nombre que eligió Robert Francis Prevost Martínez, quien fue el prefecto del Dicasterio para los obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, tiene mucho que decirnos.

Los talentos y la música

"Porque es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, dándole a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad. Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo, el de los dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo" (Mt. 25 14, 30).

Cuando el Papa Francisco habló para la UC

El ritmo acelerado y la implantación casi vertiginosa de algunos procesos y cambios que se imponen en nuestras sociedades nos invitan de manera serena, pero sin demora, a una reflexión que no sea ingenua, utópica y menos aún voluntarista. Lo cual no significa frenar el desarrollo del conocimiento, sino hacer de la Universidad un espacio privilegiado «para practicar la gramática del diálogo que forma encuentro».

La alegría de la santidad que perdura

Carmelo Galioto A.

Año VI, N° 148

viernes 11 de octubre, 2024

“‘Contento, Señor contento’” solía decir San Alberto Hurtado. ¿Será entonces que la santidad cristiana sea una cuestión de alegría?”.

El momento actual y la vida cotidiana se han vuelto difíciles, complejos, incluso arduos. Mantener un sano equilibrio junto con la muy invocada salud mental constituyen ya un piso mínimo necesario y constantemente desafiado. No obstante, la invitación del Evangelio es no solo a vivir con equilibrio o con un genérico bienestar material, sino a vivir alegres: la santidad como camino de alegría. Así lo anuncia Jesús en las bienaventuranzas: Bienaventurados los pobres de espíritu, los humildes, incluso los que lloran (Mt, capítulo 5). La invitación a la santidad así entendida es recogida, meditada y ofrecida por el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate (“Gocen y exulten”). En esta carta, el Papa nos explica que no se trata de que se vayan las dificultades o que desaparezcan los momentos tristes y dolorosos: los santos cristianos a lo largo de los siglos así lo atestiguan. Ahora bien, ¿cuál es la motivación de esta alegría? La Biblia nos ofrece varias pistas. Una de estas es la siguiente:

Somos llamados a ser nosotros los santos que inspiren hoy, porque en nosotros debiera relucir la dicha de vivir desde la relación fundamental con el Señor.

“El Espíritu del Señor me ha enviado a predicar la buena nueva a los abatidos y sanar a los que tienen corazón quebrantado; para anunciar la libertad a los cautivos y la liberación a los encarcelados […] y para consolar a los tristes” (Isaías 61,2-5): la santidad depende de este anuncio desbordante, misterioso y fascinante. No se trata, por lo tanto, de un esfuerzo para responder a una serie de ideas buenas y bonitas, sino de reconocerse en una relación única, personal y comunitaria con este anuncio, con el don de esta cercanía amorosa y cuidadora. En este anuncio se muestra la inmensidad del bien junto con la presencia misma de Dios en medio de nosotros, ambas reunidas para regalarnos la alegría del amor.

La invitación del Evangelio es no solo a vivir con equilibrio o con un genérico bienestar material, sino a vivir alegres: la santidad como camino de alegría.

Este don “se presenta como una exigencia, como una exhortación a una vida ascendente” (Padre Perrin, El evangelio de la alegría, p. 75); es decir, brota de la responsabilidad de saberse en una relación de amistad con Dios mismo y entonces surge la pregunta de qué disponibilidad dejamos para percibir esta alegría y si somos conscientes de la alegría que implica participar en los sacramentos o podemos experimentar en la oración. Al fin y al cabo, somos llamados a ser nosotros los santos que inspiren hoy, porque en nosotros debiera relucir la dicha de vivir desde la relación fundamental con el Señor. ¿Qué implica responder a este anuncio de santidad en nuestras vidas ajetreadas y digitalizadas? Acoger esta noticia es un paso. Ahora bien, la santidad no es un camino solitario, sin las demás personas humanas y las demás criaturas, sino que podríamos decir “nunca santos solos”. Así lo recuerda Papa Francisco “El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo” (Gaudete et exultate, 6).

La alegría de la santidad es, por lo tanto, un don compartido.

¿Qué mociones y decisiones pueden ayudar entonces nuestro camino de santidad? ¿En qué medida vivimos el tiempo cotidiano con los oídos y los ojos abiertos a esta alegría que se nos ofrece?

“Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad»”

Papa Francisco exhortación Apostólica Gaudete et exsultate, 7.

Carmelo Galioto A.
Profesor de la Facultad de Ciencias Religiosas de la Universidad Católica del Maule

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