Otras reflexiones

Dios te salve María, llena eres de gracia

María me acompañaba en silencio, porque sí, porque las madres quieren a sus hijos. Y es que lo más hermoso del amor es su gratuidad. “Todo es gracia”, le dijo el Padre Hurtado a mi padre. “Todo es gracia”, murmuró Santa Teresita de Lisieux en su lecho de muerte. “Todo es gracia”, escribió Georges Bernanos en su Diario de un cura rural. “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios”, señala San Pablo (Efesios 2,8).

Las voces del desierto

A través de un viaje literario, esta columna explora la experiencia de la Residencia Artística —de académicos y estudiantes UC— en la Fiesta de la Virgen Guadalupe de Ayquina (Región de Antofagasta), la cual dio luz a una muestra artística que se inaugurará en el Campus Oriente el 13 de noviembre a las 19:00 hrs.

¿Qué palabra anhelamos?

“Ante el horror del mundo, ante el tedio cotidiano, ante la belleza que nos maravilla, queremos al menos una palabra más; desahogarnos, reencantarnos, indagar, celebrar. Y quienes fijan eso en la escritura nos ayudan a seguir nombrando y escuchando”.

Inteligencia artificial con rostro humano

La IA no es solo un conjunto de herramientas: implica modelos de sociedad. No actúa por sí misma; es diseñada, entrenada y utilizada por personas, dentro de sistemas que con frecuencia reproducen desigualdad, exclusión o anonimato. Por eso, la tecnología necesita ser iluminada por la fe cristiana.

Dichosos los invitados a comer de la Cena del Señor

Pbro. Cristián Eichin Molina OFM

Año VI, N° 139

viernes 9 de agosto, 2024

“La presencia sacramental del Cristo en la Eucaristía es un acto de donación para nosotros. Su cuerpo y su sangre es la presencia de Cristo que se hace comida de salvación. Comulgar, por tanto, es aceptar la invitación a acoger el regalo más grande que podría hacer: ser nuestro alimento”.

Cristo está realmente presente en el sacrificio de la Misa sobre todo bajo las especies eucarísticas, expresión que nos regaló el Concilio Vaticano II en la Sacrosanctum Concilium 7. Así, la presencia sacramental del Cristo en la Eucaristía es un acto de donación para nosotros. Su cuerpo y su sangre es la presencia de Cristo que se hace comida de salvación. Comulgar, por tanto, es aceptar la invitación a acoger el regalo más grande que podría hacer: ser nuestro alimento.

Por lo que afecta al evangelio de hoy, escuchamos parte del discurso del Pan de Vida en el capítulo 6. El de este domingo nos invita a no solo ver el Pan vivo bajado del cielo, sino también a comerlo. Ese pan es Cristo, que diariamente viene a nosotros en humilde presencia al altar en manos del sacerdote (cfr. San Francisco de Asís).

El milagro de Santa Clara muestra cómo la televisión puede transmitir la fe y llevar la liturgia a quienes no pueden asistir en persona, reflejando su propia experiencia de recibir la Eucaristía de manera extraordinaria.

Un testimonio que nos puede ayudar a profundizar en el misterio de la Eucaristía de este domingo es una visión mística experimentada por una de las grandes mujeres de la Edad Media, contemporánea de San Francisco de Asís: Santa Clara de Asís. No es casualidad que este domingo coincida con su fiesta. Se cuenta de una visión mística que tuvo esta santa en la noche de Navidad del año 1252. Según la Legenda Sanctae Clarae, ella se encontraba enferma y sola en el monasterio de San Damián, mientras las hermanas estaban en misa. Ella recibió el don de escucharla siendo celebrada en la basílica de San Francisco, a unos dos kilómetros de distancia, como si estuviera frente a una pantalla. Este hecho, registrado en el proceso de su canonización, llevó a que en 1958 el Papa Pío XII la proclamara patrona de la televisión y de las tecnologías de comunicación, asociando su experiencia mística con la moderna tecnología de transmisión televisiva. Clara vio y escuchó el oficio eucarístico como una posibilidad de participar a distancia de la misa. De hecho, en ese tiempo la comunión eucarística no era frecuente recibirla; se valoraba solo ver la hostia. Este hecho nos impulsa a ir más allá: además de ver y escuchar, debemos comer el pan eucarístico. «El que come de este pan, vivirá para siempre». El milagro de Santa Clara muestra cómo la televisión puede transmitir la fe y llevar la liturgia a quienes no pueden asistir en persona, reflejando su propia experiencia de recibir la Eucaristía de manera extraordinaria.

La Eucaristía no es solo un ritual, sino una verdadera comida espiritual-corporal que nos une como comunidad y nos alimenta con la presencia viva de Cristo.

Podemos reflexionar lo siguiente a partir de lo anterior: celebrar la Eucaristía implica una dimensión esencial de comida. Comemos la Palabra de Dios y el pan ofrecido, eucaristizado, consagrado y dado. El sentido pleno de la Eucaristía es que todos comamos, aunque no siempre hemos podido hacerlo. Por otro lado, la tecnología digital ha sido una herramienta valiosa para mantener la fe en Jesucristo. Sin embargo, la comunidad cristiana debe valorar el acto de comer el pan eucarístico.

Valoremos, entonces, la asamblea eucarística presencial, donde comemos junto al Señor Resucitado. En este espíritu, propongo las siguientes preguntas: ¿Cómo podemos integrar mejor el acto de «comer» la Eucaristía en nuestra vida diaria y no solo limitarlo a la misa dominical? ¿Qué pasos podemos dar para asegurar que todos los miembros de nuestra comunidad parroquial tengan acceso a la Eucaristía? ¿Cómo podemos acompañar a aquellos que, por enfermedad o circunstancias especiales, no pueden asistir físicamente a la misa, para que también puedan vivir plenamente el misterio eucarístico?

Al reflexionar sobre estos puntos, recordemos que la Eucaristía no es solo un ritual, sino una verdadera comida espiritual-corporal que nos une como comunidad y nos alimenta con la presencia viva de Cristo. Sigamos esforzándonos por vivir y compartir este misterio central de nuestra fe, reconociendo la importancia de participar plenamente en la Eucaristía.

“En Jesús, en su “carne” –es decir, en su concreta humanidad–, está presente todo el amor de Dios, que es el Espíritu Santo. Quien se deja atraer por este amor va hacia Jesús, y va con fe, y recibe de Él la vida, la vida eterna”.

Papa Francisco. Ángelus, 9 de agosto de 2015.

Pbro. Cristián Eichin Molina OFM
Profesor y Vice Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

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