Otras reflexiones

Dialogar para encontrarnos

“Para dialogar necesitamos sentarnos con la otra persona, encontrar tiempo en común, poner atención a lo que nos dice, en un encuentro auténticamente humano y, por lo tanto, auténticamente cristiano”.

Dios te salve María, llena eres de gracia

María me acompañaba en silencio, porque sí, porque las madres quieren a sus hijos. Y es que lo más hermoso del amor es su gratuidad. “Todo es gracia”, le dijo el Padre Hurtado a mi padre. “Todo es gracia”, murmuró Santa Teresita de Lisieux en su lecho de muerte. “Todo es gracia”, escribió Georges Bernanos en su Diario de un cura rural. “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios”, señala San Pablo (Efesios 2,8).

Las voces del desierto

A través de un viaje literario, esta columna explora la experiencia de la Residencia Artística —de académicos y estudiantes UC— en la Fiesta de la Virgen Guadalupe de Ayquina (Región de Antofagasta), la cual dio luz a una muestra artística que se inaugurará en el Campus Oriente el 13 de noviembre a las 19:00 hrs.

¿Qué palabra anhelamos?

“Ante el horror del mundo, ante el tedio cotidiano, ante la belleza que nos maravilla, queremos al menos una palabra más; desahogarnos, reencantarnos, indagar, celebrar. Y quienes fijan eso en la escritura nos ayudan a seguir nombrando y escuchando”.

La ciencia nos acerca a Dios

José Rafael Vicuña E.

Año II, Nº 17.

domingo 26 de abril, 2020

"¿Cómo surgió el universo? ¿Cómo apareció la vida en la Tierra? ¿Cuál es el origen del hombre y de la conciencia? Al buscar respuestas, es fundamental tener claro los ámbitos en que se desenvuelven los respectivos magisterios de la ciencia y de la religión"

La ciencia y la religión constituyen dos pilares fundamentales de nuestra cultura. La primera nos permite explorar la lógica de la naturaleza, mientras que la segunda nos proyecta a una dimensión sobrenatural que da sentido no solo a los hallazgos de la ciencia, sino a toda nuestra existencia. Se podría pensar entonces que ciencia y religión representan esfuerzos independientes del entendimiento humano por alcanzar la verdad y que, por lo tanto, no debiera haber interferencias entre ellas.

A pesar de que el método científico es fabuloso para adquirir nuevos conocimientos, tiene un límite, puesto que se remite al mundo de lo sensible.

Sin embargo, hay ciertas cuestiones en las que ambas se encuentran. ¿Cómo surgió el universo? ¿Cómo apareció la vida en la Tierra? ¿Cuál es el origen del hombre y de la conciencia? En la búsqueda de respuestas, es fundamental tener claros los ámbitos en que se desenvuelven los respectivos magisterios de la ciencia y de la religión. Por de pronto, debemos reconocer que a pesar de que el método científico es un instrumento fabuloso para adquirir nuevos conocimientos, éste tiene un límite, puesto que se remite al mundo de lo sensible. A la vez, es preciso hacer una correcta interpretación de lo que Dios ha querido revelarnos por medio de las Sagradas Escrituras.

Lamentablemente, no siempre se toman estas precauciones, lo que deriva en conflictos entre ciencia y religión que no tienen sustento real. Es el caso de sectores materialistas ateos que asocian a la religión con superstición e irracionalidad (dogma, fe, misterio) y piensan erróneamente que la ciencia posee la capacidad de probar o descartar la existencia de Dios. Así, Darwin habría demostrado que no es necesaria la existencia de un plan divino, puesto que la selección natural por sí sola da cuenta del diseño que observamos en la naturaleza. Muchos investigadores creen también que si se llegan a descubrir las causas naturales del surgimiento de la vida en la Tierra, ello constituiría una prueba irrefutable de que no fue necesaria la acción de un Creador.

Una lectura literal de las Sagradas Escrituras es otra fuente de aparente conflicto entre ciencia y religión, error en que las propias autoridades de la Iglesia han incurrido (caso Galileo). Hoy observamos que el mundo protestante abraza un creacionismo que no acepta la evolución del universo y de los seres vivos que tan palmariamente nos muestra la ciencia. El Magisterio reciente (encíclica Divino afflante Spiritu, constitución Dei verbum) nos enseña que la adhesión a la palabra de Dios no se contradice con el necesario trabajo literario que requiere su adecuada interpretación. La ciencia nunca estará en oposición con la fe, puesto que las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios.

El camino más fructífero para relacionar a la ciencia con la religión es el establecimiento de un diálogo que busque puntos de convergencia.

El camino más fructífero para relacionar a la ciencia con la religión es el establecimiento de un diálogo que busque puntos de convergencia, admitiendo que ambas tienen diferentes métodos y perspectivas para comprender la realidad. Nadie se ha referido mejor a los beneficios de este diálogo que san Juan Pablo II: “La ciencia puede purificar a la religión del error y la superstición; la religión puede purificar a la ciencia de la idolatría y de los falsos absolutos. Cada una puede atraer a la otra a un mundo más amplio, un mundo en que ambas pueden progresar”.

Este diálogo, que obviamente realizamos los creyentes, es estimulado cuando constatamos que el mundo es inteligible, que funciona de acuerdo a leyes y que nos ofrece manifestaciones absolutamente deslumbrantes, como son la inmensidad del universo y la complejidad de la vida.

¿Me resulta evidente que no puede haber contradicción entre ciencia y religión porque es el mismo Dios quien creó la naturaleza y se reveló por medio de las Sagradas Escrituras? ¿Estoy consciente de que hay una parte sustancial de la realidad que no es material y que, por lo tanto, escapa al dominio de la ciencia? ¿Hago esfuerzos por ampliar el uso de la razón trascendiendo el ámbito puramente científico?

«La mirada de la ciencia se beneficia así de la fe: ésta invita al científico a estar abierto a la realidad, en toda su riqueza inagotable… Invitando a maravillarse ante el misterio de la Creación, la fe ensancha los horizontes de la razón para iluminar mejor el mundo que se presenta a los estudios de la ciencia».

carta encíclica “LUMEN FIDEI”, 2013.

José Rafael Vicuña E.
Profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile

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